Hoy me preguntaba a mi misma cual era mi verdadera meta. Se me vinieron a la cabeza varias frases afirmativas que me reconfortaron. Sin embargo comencé a pensar en que parte del camino estaba. Entonces me imaginé a mi misma como una especie de peregrina con los pies cansados y heridos que cojea por el camino.Me desanimó un poco esto, lo reconozco, pero al menos, aunque no esté del todo segura de cuándo llegaré a destino o tan siquiera si llegaré, se a dónde quiero ir.
Hay momentos que siento que avanzo muy poco. Sobre todo en el plano afectivo. Y no es que no tenga sentimientos, ni siquiera que me enamore y no sea correspondida, no, es otra cosa. Es como si el cansancio de mis pies se transmitiera a mi corazón.
Pero no hay que perder la fe. Ni el objetivo, ni la fe.
No pretendo tanto el llegar, ansío más el seguir.
"Es mejor cojear por el camino que avanzar a grandes pasos fuera de él. Pues quien cojea en el camino, aunque avance poco, se acerca a la meta, mientras que quien va fuera de él, cuanto más corre, más se aleja"
San Agustín
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