28 de noviembre de 2010

Parámetros

"A cierta edad, un poco por amor propio, otro poco por picardía, las cosas que más deseamos son las que fingimos no desear." Marcel Proust




Ella: Pero no comprendo, ¿me quieres?.


El: Te quería, pero ahora ya no.


Ella: ¿Y por qué no me lo has dicho antes?


El: ¿Antes cuándo?


Ella: Cuando todavía si.


El: No lo se.




Diálogo oído furtivamente en la estación de Metro Esperanza, línea 4, Madrid, domingo 28 de noviembre de 2010 a las 22 hs.






Las cuatro estaciones y un trasbordo

¿Te das cuenta no? Nos están sobrando demasiadas palabras en esta historia. Demasiadas mentiras y demasiadas verdades. Y comienzo a preguntarme :¿para qué?, ¿por qué esa necesidad de verbalizar todo?. Las palabras guardadas limitan, pero las dichas de más frenan. Obviamente no hay que perder de vista que una buena frenada a tiempo puede salvar al menos una vida. O dos. Pero de todas formas más tarde o más temprano vamos a morir ambos. Y perdóname que te lo recuerde, pero por el momento estamos vivos. Y fuera hace frío, y en tus brazos no. 
Es curioso hablar de libertades cuando me encuentro completamente atrapada. Seducida por mi propia libertad. Pero es como todo. La naturaleza es la naturaleza. Y si, puede haber un tsunami, puede haber un terremoto, puede entrar en erupción el volcán, pero vivimos en una ciudad sin mar, no es zona sísmica y el único volcán que conozco por aquí es el nombre de una compañía de un  representante musical. Así que cabe esperar que la naturaleza por aquí, se comporte igual que cada año desde hace siglos y que luego de este frío invierno venga la primavera casi inexistente y luego el verano abrasador. Y ya me contarás si esta ronda inalterable de la naturaleza nos acompaña en nuestro palabrerío una vuelta completa, si podremos no abandonarnos incluso por comodidad a un inevitable desenlace. Des enlace. Es que soy muy optimista, y no puedo evitar pensar en lo peor.
Recuerda que me has pedido que te hiciera notar en cuanto pudiera ver que estabas perdiendo el estoicismo. Así que por favor, lee y reescribe esta historia hasta el final, una y otra vez y luego, sonríe.




"Si lo que vas a decir no es más bello que el silencio: no lo digas."  Proverbio árabe

13 de noviembre de 2010

Ariadna

"Estaba en la casa. No se muy bien qué estaba haciendo, pero estaba haciendo algo. De pronto el gato salió corriendo, hacía unos ruidos raros, como espantado o atraído por algo, salió de la casa, y yo salí tras él. A unos cuantos metros estaba esa casa más pequeña, derruida, la que tenía el altillo. Y lo vi entrar, siempre como poseído. Desapareció. No lo seguí. Volví a entrar en casa. 
En el salón estaba una de mis alumnas y estabas  también tu, papá. Me di cuenta que algo pasaba, y como soy una hiperadaptada, pregunté cuando íbamos a dar la próxima clase.Ella me miró y abrazándome me dijo:-De eso te quería hablar justamente, no se si voy a poder venir, es que existe una remota posibilidad de que esté enferma de leucemia.- Me entristecí, pero mi padre siempre desubicado intentó distraerme de la terrible noticia. Sin dejar de darle la mano a mi alumna, me dirigí a mi padre diciéndole: -Papá: ¿Cómo puedes ser tan desalmado? ¿No te das cuenta que nos están contando algo muy triste?-  Pero papá siguió hablando de otras cosas, incluso riéndose. Me enfurecí, solté la mano de mi alumna que me parece que se sintió incómoda o por ahí simplemente tenía que irse y se fue, casi como si se esfumara.Y grité, presa de furia:-Papá, no puedes seguir restándole importancia a las cosas.- El me respondió sonriendo:- Pero Violeta, una remotísima posibilidad no es un echo. Lo que importan son los echos, los echos, los echos, no las palabras, palabras, palabras...-
Me recordé del gato y salí corriendo a buscarlo. Podía estar muriendo envenenado o haberse vuelto loco, o vaya a saber qué, existen siempre remotísimas posibilidades de todo. Ya no tuve miedo de entrar en la otra casa más pequeña, pero la escalera que en un principio era lo que me atemorizaba encontrarme, por algún motivo ya no estaba derrumbándose. Subí, y lo primero que me sorprendió es que estaban renovando todo, todo olía a barniz y aunque estaba todo desordenado, incluso podría decirse que estaba mejor que donde vivía yo, en la otra casa. Fui hacia el baño, y abrí la puerta corrediza de madera y pesada.Ahí estaba el gato, maullando como desaforado, sobre la bañera, y tras él una pequeña ventana abierta, la bañera era cuadrada, muy grande y blanca, el agua estaba corriendo, y aunque no había tapón se estaba llenando. Del desagüe vi salir una pequeña tortuguita marina que nadaba ondulante. Había otras dos. La más grande había sido capturada por el malvado felino blanco en el borde y yacía patas para arriba inmóvil. Cogí una escoba y le asesté al desalmado un escobazo y salió huyendo. Devolví la tortuga a la bañera y comenzó a moverse nuevamente. Las tres tortugas ondulantes, en la bañera blanca, en el agua azul." 


-Bueno, ¿qué te parece?,  lo de las tortugas no se de dónde salió.- 
Te miré, y tu me respondiste mientras fregabas absorto mi pequeña taza :- Pues la verdad, ¿qué quieres que te diga? ...es como cuando soñaste que te ibas a casar con el francés y te habías olvidado los zapatos. Y lo enviabas a comprarte unos zapatos para que pudiera comenzar la ceremonia...toda vestida de blanco, los invitados esperando y el tío te traía unos calcetines amarillos...-   Me reí, ya me había olvidado de eso. Te vi volverte hacia mi, sonriente y un poco maquiavélico como siempre: -Lo importante es que aquella vez te diste cuenta que el novio no servía ni para comprar un par de zapatos, menos serviría  para cosas más importantes, confío en que esta vez sabrás qué hacer con las tortugas.- 



1 de noviembre de 2010

Hechizada

Siempre hay algo mágico en las madres. No puede ser que puedan dar la vida así como así. Algo superior existe. 
Algo esotérico tienen todas,  algunas porque adivinan nuestro estado de ánimo con solo un "hola", otras porque nos esperan aunque hayan trabajado de sol a sol sin pestañar, tras la puerta, hasta que llegamos a casa a altas hora de la madrugada y cuando presienten la llave en la cerradura, desaparecen como por arte de magia, otras porque guisan unas pócimas maravillosas con uno o dos elementos, otras que, aunque no abracen, nos miran y se funden con nuestro corazón, y podría seguir así toda la noche, enumerando sin parar, sin tener que detenerme. 
La mía, como la gran mayoría, tiene varias de estas cualidades. Pero lo que más le agradezco de todas estas manifestaciones sobrenaturales, es que sin haberlo pronunciado, me haya enseñado el encantamiento de ser madre.


Halloween 2010