25 de agosto de 2011

Trobairitz







En ese preciso instante en que el sueño, nos deglute o nos expulsa definitivamente, obligándonos a adentrarnos en nuestros propios devaneos diurnos, completamente indefensos, o por el contrario, condenándonos a continuarlos en vigilia,ahí me encontraba yo.


No puedo decirte qué fue lo que pasó.¿Sabes? Existe un punto de inflexión. Pero no me refiero a lo que te estaba contando del sueño, me estoy refiriendo a otra cosa. Como aquella noche, también me refería a otra cosa.


No puedo asegurar en qué  momento fui capturada exactamente, pero ciertamente solo una brisa agitaba     mis cabellos suavemente, así que es imposible que alguien más estuviera allí. Y sin embargo, de pronto, me pareció oír algo, una especie de gemido muy tenue, un llanto tal vez,  pero tenía palabras ininteligibles.


No sentí miedo, pero sí  puedo decir que me inquietaba la procedencia de aquel ...canto, eso era, un canto sollozante impalpable.


-"Espero de corazón que no sea como aquella vez que oí llorar a alguien pidiendo auxilio, y tuve que rastrear en dónde estaba, y salí en plena madrugada   en camisón y descalza a recorrer el edificio, descubriendo que no había puertas en los sitios que se esperaba que estuvieran, y que no pude hacer más que deambular tanteando los muros hasta que  finalmente el llanto cesó, y regresé a la cama sin poder  saber qué era lo que había pasado, porque no supe de dónde  ni de quién provenía la llamada de auxilio."


Agucé el oído y me pareció que provenía de mi ventana, me acerqué y no vi nada, pero entrecerrando mis ojos me pareció distinguir algo en el alfeizar, por fuera. Una figura sentada. Eso tenía que ser, alguien sentado en mi ventana. Para que no se asustara y se cayera, me acerqué sigilosamente y sin descorrer las cortinas, me acurruqué bajo la ventana, para ver y oír mejor.
Cantaba, eso era lo que hacía. No se en qué idioma lo hacía, pero pude entenderla, porque era una mujer.
Le cantaba a alguien. Un hombre, que ya no la amaba (había otra), le decía amigo, pero estaba muy enfadada con él, y sin embargo, aunque orgullosa, era la manera de decir tan pausada y exquisita, que el orgullo y el despecho quedaban escondidos tras la desolación.



-"Deben ayudarme mérito y nobleza 
Y la belleza y aún más la sinceridad de ánimo, 
Por ello os mando allá donde moráis 
Esta canción, que sea mi mensajera; 
Y quiero saber, mi gentil y bello amigo, 
Por qué sois tan altanero y cruel conmigo: 
No sé si por orgullo o mal talante.

Más aún quiero que os diga el mensajero: Por demasiado orgullo mucha gente ha sufrido gran daño."





¡Una carta! ¡Eso era lo que cantaba, cantaba una carta!... Me erguí lentamente y descorrí con suavidad la cortina que nos separaba. Giró levemente la cabeza hacia mi, y sin dejar de cantar, me sonrió.
Aunque concluyó, la música aun pareció seguir vibrando, y le tendí la mano, que estrechó.


-"¿No habías preguntado por mi? Aquí estoy."


No recordé  haber preguntado por ella, porque no tenía ni idea de quien era, no la conocía. ¿Cómo puede uno preguntar por alguien a quien no conoce?. Se lo dije torpemente y me explicó pacientemente:


-"Sí que has preguntado, por eso he venido, ya casi nadie pregunta por mi. ¿No me reconoces? Soy La Condesa de Día".


No pude con mi genio y casi reí, La Condesa de Día me viene a visitar en plena noche,que colosal,  pensé.  Pero me contuve, a una no la viene a visitar a su ventana una Trobairitz de la Aquitania del siglo XII cada día. Interrumpió con su sugerente voz mis elucubraciones humorísticas introspectivas.


-"He venido desde muy lejos, solo podré responderte una pregunta y luego tendré que regresar  al sitio de donde provengo."


Cuando uno no espera a alguien , a quien  en su momento ansió conocer o encontrar, y de pronto, lo tiene frente a sí, parece aturdirse y no reconoce lo que motivaba el deseo original del encuentro. Esto fue exactamente lo que me pasó. Afluyeron a mi cabeza posibles preguntas a borbotones, pero como solo era posible que una sola fuera respondida, todas parecían perder el sentido. Juntando fuerzas e intentando que no me dominara la codicia, sin lograrlo, pregunté:


-"Beatriz, quiero saber todo de ti. ¿Quién eres?"


Me volvió a sonreír, respondiéndome:


-"¿Por qué me llamas Beatriz? Soy la Condesa de Día, escribí bellas canciones, porque amé."


Me extendió la mano, esta vez ella a mi,  y mientras se la estrechaba, comprendí, que es mejor no hacer dos veces la misma pregunta.


En ese preciso instante en que el sueño, nos deglute o nos expulsa definitivamente, obligándonos a adentrarnos en nuestros propios devaneos diurnos, completamente indefensos, o por el contrario, condenándonos a continuarlos en vigilia,ahí me encontraba yo. Me di vuelta en la cama para estrecharte, y no te encontrabas junto a mi, por eso mismo, recordé aquella pregunta que te hice sobre Beatriz de Día,  te preguntaba por ti, aunque no te lo dije. Confío en que  ahora, te habrás dado cuenta.




































21 de agosto de 2011

-"Claramente esto iba a pasarme tarde o temprano. No se puede vivir indefinidamente buscando el placer cada instante, y no hallarlo nunca. La cosa es, que justamente las cosas se me complican, porque resulta que mi hijo no ha "podido" regresar en la fecha estipulada. Bueno, no perdamos los papeles."


Violeta apoyó los codos sobre la mesa, y se tapó la cara con las manos, un gesto en el que cae en momentos de profunda desesperación.La dominó la angustia por unos instantes. 


-"Pero es absurdo pensar así, sabemos perfectamente que si no regresa es en verdad porque es un secuestro, no porque no haya manera de que regrese, y eso está muy claro, así que, ya he movido todas las cartas y me queda esperar hasta el viernes próximo, incluso, hasta fin de mes, porque estaría en fecha aún."


Se remontó a escasas dos semanas atrás, a sus elucubraciones de cocina, cuando nada de esto pasaba. Recordó perfectamente la sensación de estar atada de pies y manos, y la imposibilidad de cambiar de ciudad, incluso en un futuro lejano.


-"Si no regresa a fin de mes, tendré que esperar las tramitaciones, pero ¿cuánto podría tardar en recuperarlo, unos meses? Pues esperaré, pero eso sí, en cuanto lo haga, podré recuperar totalmente la libertad y me podré ir a donde quiera, sin tener que dar ninguna explicación, recuperaré completamente mi libertad, nuestra libertad.Como me lo ponga difícil, lo enviaré a la cárcel."


Se le vinieron a la cabeza, imágenes desagradables, recuerdos de amenazas, las ahuyentó pensando en su pequeño hijo, con su carita alegre. Escarbó en su intuición, cerró los ojos e imaginó el reencuentro, no lo encontró, la imagen se le escapaba, de la misma manera que cuando se había despedido de él el mes anterior diciéndole :"te veo en un mes", aquella extraña voz muda le había devuelto por la nuca  un: "mucho más tiempo esta vez, mucho más tiempo..."Angustia, incertidumbre.


-"¿Por qué no puedo ser feliz? ¿Por qué camino por un campo minado? No quiero ser más infeliz, quiero aburrirme de felicidad, quiero no tener nada nuevo que contar. Quiero que él me abrace por las noches."




"No puedes dañarme, porque careces de maldad." 




-"Esto es una idealización, y no es la verdad.No quiero dañar, y haré todo lo posible para no hacerlo. Todo lo que esté en mis manos."






15 de agosto de 2011

Las voces que aturden.
Los consejos que enmarañan.
Las buenas intenciones tardías.
Los yo te dije.
Las críticas.
Los aprovechados de la situación.
Los que preguntan.
Los que afirman.
Los que confían.
Los amigos.
Los otros.
La certeza de que cuando todo esto termine, volveré a hacer mi maleta, cogeré a mi hijo y a mi gato, y les diré a todos, hasta luego, y cambiaré una vez más de vida, completamente.

13 de agosto de 2011

Marta

En el centro de Madrid, exactamente en una de las salidas del Metro Sol, hay una calle que se llama Carretas, si uno camina por esta calle, dejando la estación Sol tras de sí, con dirección a la calle Atocha, en una esquina, se encuentra con Pontejos. Pontejos es una tienda antigua de esquina, grande, pero aparentemente normal, que tiene dentro, un estallido de tiendas que venden cualquier cosa que uno busque para la costura.¡Es magnífico! Me gustaría que los que lean esto, y no viven aquí, y no han venido(aun), pudieran sentir lo que yo sentí la primera vez que entré allí, imagínense, una orgía de botones de todos colores en exposición, cordones de diferentes anchuras, rojo bermellón, esqueletos de broches de todos los tamaños posibles e imposibles para realizar todo tipo de adornos, hilos, telas con sus diversas texturas, y la gente apiñada, que parece que van a quedarse sin la hebra que van a buscar, pidiendo la vez a los gritos, aunque cada pequeño puesto tiene su maquina con números. Ni la vez, ni los números, logran impedir que los clientes se peguen codazos, se peleen, intenten colarse, quiero decir, dejen todas sus miserias a flor de piel. Es un sitio maravilloso. Produce un poco de aturdimiento estar ahí, porque claro, uno entra y cree saber cuándo va a salir, pero en cuanto toma contacto con la profunda idiosincrasia del sitio, se da cuenta que ha cogido el número del puesto de al lado, es decir, que si fue a por hilos, el número que tiene es el de los botones, y que mientras se dio cuenta de esto, una señora muy gorda con cara de absoluta inocencia y muy malas intenciones, se ha adelantado, uno ya ha perdido media mañana y se ha olvidado qué era realmente lo que lo había movilizado hasta allí. ¡Fantástico!


Yo no coso ni un botón.


La calle que une la estación de Metro Sol con el Metro Ópera, se llama del Arenal, hace muy poco la han hecho peatonal y es bastante concurrida, muy concurrida. Pero las calles que la cortan, siempre están desiertas. Como agujeros negros transitables. En una de estas calles,  creo que se llama de los Bordadores, hay una pequeña librería  de usados que me gusta visitar de vez en cuando, en especial en invierno. Creo que porque lo hago luego de tomarme un cortado en El Café del Real, que se encuentra ubicado frente al Teatro Real.


La última vez que estuve allí, hacía mucho frío, pero estaba soleado, así que no me resultó para nada raro al entrar en la pequeña librería que el librero no estuviera allí, recuerdo que pensé: " ¿Para qué va a molestarse en cerrar la puerta al irse a tomar un café en este siglo?¿ A quién le puede interesar  una tercera edición de Chaucer en pleno siglo XXI?...pssss!"


Por qué habré pensado en Chaucer...¡Ah, si!Porque ni bien entré, hice lo que hago habitualmente, mirar la mesa central que ocupa casi todo el local que es muy pequeño y luego volverme hacia las estanterías que cubren casi completamente las paredes, y escoger  un libro sin mirar qué es, abrirlo y leer, y esa mañana, casualmente cogí a Chaucer, recuerdo que leí en las primeras páginas un párrafo del Cuento del Caballero que decía: "...¡Maldito sea aquel infausto día! Todas las que aquí sollozamos, vestidas de negro, perdimos a nuestros esposos durante el asedio de la ciudad. ¡Ay de nosotras! En este preciso momento, el anciano Creón, ahora señor de Tebas, lleno de cólera e iniquidad está deshonrando sus cadáveres: con desprecio tiránico ha hecho amontonar los cuerpos degollados de  nuestros esposos y no quiere ni oír hablar de quemarlos o de darles sepultura, sino que, lleno de desprecio, los arroja a los perros para que los devoren."


"¡Qué mal gusto!", pensé, "con lo apacible que es este sitio,y  leyendo sobre cadáveres amontonados..."




Me recorrió un frío por la espalda, y cerré el libro con brusquedad.



Lo que más disfruto de este paseo ritual, es la tranquilidad de poder revolver, hojear y volver a su sitio los libros. Nunca me llevo ninguno, total, no creo que nadie haya comprado un libro jamás allí, es más, el librero, siempre está sentado en un rincón, detrás de un pequeño escritorio antiguo leyendo como si estuviera dibujado, ni levanta la vista, ni saluda.  No sé si es para no ponerlo a uno en el compromiso de llevarse algo, o por simple mala educación. "Por cierto, ¿dónde estará?"me dije a mi misma, mientras con dificultad ya que llevaba puestos mis guantes, cogí otro pequeño volumen, esta vez de Poe, lo abrí y leí: "¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación."


"¡Madre mía!, El Gato Negro, vaya mañanita truculenta que llevamos, menos mal que estoy en el centro de Madrid y no en Transilvania!" 




Estaba tan exaltada por la coincidencia que me pareció oír un ruidito. Tranquilamente, deposité el libro en el estante y me dediqué a ver un libro de grabados eróticos para distenderme. Luego me distraje con uno de recetas de cocina con fotos y sentí hambre. Para terminar la visita me consagré a la mesa central, con unas revistas que parecían de papel biblia, y que tenían fotos o algo así. Y entonces, me di cuenta que en el otro extremo de la mesa, había un libro casi miniatura, azul, que parecía el gemelo de uno que había en casa de mi abuela, que tenía el significado de los nombres. Debía cogerlo y buscar mi nombre y leer su significado como hacía cuando iba a visitarla. Si era el gemelo, lo compraría, sería la primera y última vez que alguien compraría un libro allí. Prácticamente me abalancé, mi corazón parecía que iba a salirme por la garganta, di la vuelta a la mesa intentando no golpearme con nada y cuando iba a hacerme con él, sentí que pisaba sobre una superficie que no era del todo plana, medio me tambaleé, y airosamente mantuve el equilibrio. Miré hacia abajo, ya que supuse que  algún descuidado había dejado caer un libro sin molestarse en recogerlo y volverlo a su sitio,  y me sorprendí al encontrar un zapato. Me agaché a recogerlo y pude ver que exactamente, en el lado opuesto a donde había estado todo ese tiempo, semi oculto bajo la mesa, yacía el librero, boca arriba,  con los ojos abiertos, con un ancho cordón rojo anudado al cuello y respirando débilmente,  aún. Sentí que mis globos oculares podían saltar en cualquier momento de sus cuencas, y me obligué a pestañear, mientras, sigilosamente, me acerqué a él, temiendo  sobresaltarlo, y matarlo del susto.


Me senté a su lado, y cuando pude recobrar mi entereza de espíritu, lo miré desde arriba, sin decirle nada. Fijó sus ojos en los míos  e intentó decirme algo. Se me cruzó la estúpida idea que le molestaba el cordón,  se lo quité y me lo guardé en el bolsillo. Pareció agradecérmelo, y haciendo un gran esfuerzo susurró: "Ha sido Marta, ella..." Y se quedó mudo, y ya no respiró.


Me quedé sentada, en actitud solemne, que era lo que me pareció  se hace habitualmente en estos casos. Luego me erguí, tampoco era cosa de perder allí toda la mañana. Cogí el pequeño libro de los nombres, lo hubiera comprado, pero ya no tenía dueño, y además, tampoco sabía el precio. Me lo metí en el bolsillo, donde antes habia colocado el cordón que seguro lo habían comprado en Pontejos, salí a la calle, y regresé tranquilamente a perderme entre la gente en  la calle del Arenal. ¿Qué podía hacer? Que yo hubiera estado allí había sido una  mera  coincidencia, como llamarme Marta.




A Marta.













Descortesías de la Verbena

¿Sabían que las ciudades tienen el poder de echarte de ellas si así lo desean? A mi me ha pasado, y no una, tres veces. Y por cierto, tres ciudades de una gran belleza, en especial, la primera y la tercera. Ahora, vivo a caballo entre otras dos, también de belleza incomparable. Y ya no me es tan fácil armar mi maleta, romper todo, y decir: adiós. Así es que cruzo los dedos y pido: "no me eches, por favor..."






Leyó el convite en forma de anuncio cibernético, de un amigo de una amiga, al convite para la Verbena de La Paloma. Automáticamente lo asoció con la zarzuela y sintió unas ganas terribles de mezclarse, de vestirse de verbena, de perfumarse, de deambular por el Madrid castizo, y de hacerlo con sus amigas. Respondió de manera afirmativa a la propuesta, como si hubiera estado dirigido a ella, y luego chifló de la misma manera a sus amigas. Se agregaron de manera espontánea dos caballeros. En la época de la verbena original, seguramente hubiera pasado lo mismo, pero todo hubiera sido más sutil y complicado, o lo hubieran hecho de manera más disimulada, fingiendo casualidad. Fingiendo. 


¿Se han dado cuenta que vivimos en una época en que ya casi todo se sabe, y sin embargo, existe tanta hipocresía que parecemos vivir sin saber absolutamente nada?  Sin saber y sin querer saber que es aun peor. Me refiero a muchas cosas. Al hambre en el mundo, por ejemplo. A las enfermedades de laboratorio, por ejemplo. Al maltrato, a la desigualdad, al desamor. Sin ir más lejos, yo, dormí durante todo mi embarazo bajo una mesa, y me bañaba sin agua caliente y cocinaba en un baño, "pero esto no es nada en verdad", pensaba," solo que no es cómodo"..."la putada es que el padre del hijo que espero, me da puntapiés en la boca y me encierra a oscuras en un baño de 1 x 1, y me obliga a quitarme la ropa antes de encerrarme, para que no  trate de escapar a la calle si logro abrir el candado..."


Si, tenía ganas de ver la verbena. Ni siquiera la preocupaban los dos apéndices espontáneos del sexo masculino. Le serviría la salida, para estudiarlos mezclados en la pequeña masa, que es tan inclemente, que deja ver, como sin quererlo, las dificultades del individuo para mostrar lo que es, incluso intentando fingir. Ya no les teme.


Conozco muchos hombres. Son alumnos, o colegas, incluso y, o amigos, ex amantes, ex parejas, etcéteras. Sé que la primera vez los miré de lado, que abro  mucho los ojos, para luego entornar los párpados y apartar la mirada por las dudas. Pero alguno que otro, merece mi confianza. Mis sensaciones son erráticas, una simple palabra puede ser suficiente para que me den ganas de meterme en el caparazón otra vez. Luego está aquel, que ha cumplido siete años hace dos semanas y que es como un cuenco, en el que deposito mi amor.Si tuviera que pedir un deseo, pediría que siguiera creciendo como hasta ahora, y que llegue a ser un hombre bueno, que no le haga el mal a nadie, y se pueda labrar su propio bien. Conozco hombres así. 


Llovió.Llegó tarde. Más que la verbena de La Paloma, le parecía la feria del huevo frito. En vez de zarzuela, se escuchaba música inorgánica de lavavajillas, el gentío presentaba una apariencia entre lo vulgar y lo chabacano, insoportable. Hubo desencuentros entre los siete, y entre todos lograron enriquecer en un par de horas, esa noche, a los servicios de telefonía móvil. Finalmente cuando lograron reunirse, no sintonizaron en lo absoluto. Irónicamente, por las inclemencias del tiempo tuvieron que meterse en un local  de nombre "Viva la vida" que aunque tenía una comida vegetariana muy buena, estaba decorado con flores de plástico y música electrónica de dudosa calidad. Tomó fotos, más que nada, para recordar luego, y porque le resulta siempre curioso que en la descoordinación,   incluso, en un marco poco propicio,  logra percibir belleza en el individuo. Se sumaron otros dos sujetos, que aunque no parecían mala gente, venían fumados y bebidos y producían  cierto malestar. Finalmente huyó. Casi rayando en la descortesía, se deshizo con astucia de los dos recién llegados. Y a mitad de camino hacia no se sabía muy bien dónde, abandonó a dos de sus amigas con los caballeretes, y se fue del brazo de la tercera, como alma que lleva el diablo hacia la boca del Metro La Latina, para coger el último convoy.


Ya en casa, me quité las sandalias, miré a mi gato dormir plácidamente, me abandoné al silencio de la noche, y mientras parpadeaba en mi cabeza un : "nadie es perfecto", escuché...













11 de agosto de 2011

Sir




"-Mamá, ¿Quién es Flautomaquia?
-No se sabe, poca gente la ha visto...algunos dicen que es un ser insignificante y sin carácter, otros que es turbulenta y malhumorada, y unos pocos que es una Elfa de nivel 9...en verdad, no creo que exista, pero no te preocupes, esta noche, miraremos bajo la cama antes de apagar la luz."




Milady bajó del tren en Santa Justa, Sevilla, plena de felicidad, tras ella, Violeta, con el entrecejo  fruncido se quejaba del calor haciendo aspavientos y arrastrando la maleta como si pesara el doble . Milady se equivocó de escalera y oyó como Violeta refunfuñaba un:te dije que no era por aquí.
Al llegar al primer piso Milady divisó emocionada a Sir que la saludaba amistoso desde la lejanía. Extendió su blanco brazo y apretó el paso, la otra quedó rezagada.
Milady abrazó a Sir y se besaron.Violeta negó con la cabeza y no se llevó las manos a la cabeza porque estaba sujetando la maleta.
Llegaron al palacio de Sir, se acomodaron y mientras conversaban, alguien colocó un pequeño horno, en donde  una pequeña vela hacía bullir el agua. Comenzó  éste a destilar olor a canela y vainilla. Violeta que estaba agotada con el viaje, se durmió, y soñó. Soñó con elefantes, que caminaban pesados por la sabana, levantaban una bruma al caminar y agitaban sus inmensas trompas. Más tarde, Violeta reflexionó sobre el sueño:" los elefantes son animales longevos, pero viven poco, en general mueren aquejados de dolencias dentales...como yo...yo soy un elefante".


Milady que está acostumbrada a las tonterías de su amiga se dedicó a Sir, escribió en un pequeño libro que lleva a modo de diario: " Su mirada de color turquesa es encantadora como sus maneras, sus manos delicadas me recuerdan, cuando me acaricia, a la brisa marina, y aunque permanezca serio, parece siempre sonreírme."




Los días pasaron demasiado deprisa y de manera agradable, aunque Violeta se puso mala en dos ocasiones, la segunda noche y la última. Como a todo le tiene que dar una explicación, lo atribuyó a la hierba buena y al aguacate. Pero Sir, que sabe bastante de elefantes, consultó un tratado de veterinaria medieval y con unos pases mágicos logró que se mejorara, eso, y unos macarrones.


Curiosamente aunque el periplo por Sevilla duró más que la primera vez, le pareció a Milady más corto.


Por su parte Sir, que duerme muy poco habitualmente,  hizo una cura de sueño.Tal es así que en una ocasión miró desconfiado a Milady, y pensó:" esta mujer tiene algo que sin llegar a  aburrirme, me hace caer en un sueño soporífero...afortunadamente esto de que venga de visita no ocurre de continuo, porque si no, me convertiría en una marmota en breve..."


Pero ninguna de las dos era la causa del efecto narcótico. Tampoco fue la hierba buena o el aguacate la que ocasionó el malestar de Violeta.


La última mañana hubo un acontecimiento que disgustó terriblemente a Milady. Se comunicó con Rusia, donde estaba su hijo de vacaciones, y su ex marido, a modo de pregunta la amenazó con quedarse con el pequeño allí, en el otro lado del mundo...Milady se sintió desfallecer, sin embargo, lo instó amablemente  a que regresara inmediatamente so pena de alzarse en armas. Pero el acontecimiento le minó su estado de ánimo apacible, y una vez más, no pudo despedirse de Sir del modo en que hubiera deseado hacerlo. Cuando se abrazaron, le susurró  a modo de disculpa:" No te creas, si no fuera como soy, me quedaría contigo, utilizaría esta circunstancia, pero soy como soy y mi hijo, es lo más importante." Sir, que la quiere como es, no como no es, casi se indignó por la aclaración. Violeta, miró con odio a su amiga, y pensó: "No le creas nada, es igual que todos los demás, el amor no existe, ya verás en cuanto las cosas se compliquen, lo que pasará."


Flautomaquia, acarició suavemente los cabellos de Violeta, le cubrió los ojos y le infundió un: "puede ser que si, o puede ser que no".  Desplazándose hacia Milady, la cubrió, a través de sus ojos miró a Sir y sin pronunciar palabra le dijo, sonriendo:"volveré pronto".







"If I Was A Blackbird"

          Traditional



Female perspective




I am a young maiden, my story is sad
For once I was carefree and in love with a lad
He courted me sweetly by night and by day
But now he has left me and gone far away
Chorus:
Oh if I was a blackbird, could whistle and sing
I'd follow the vessel my true love sails in
And in the top rigging I would there build my nest
And I'd flutter my wings o'er his broad golden chest
He sailed o'er the ocean, his fortune to seek
I missed his caresses and his kiss on my cheek
He returned and I told him my love was still warm
He turned away lightly and great was his scorn
He offered to take me to Donnybrook Fair
To buy me fine ribbons, tie them up in my hair
He offered to marry and to stay by my side
But then in the morning he sailed with the tide
My parents they chide me, and will not agree
Saying that me and my true love married should never be
Ah but let them deprive me, or let them do what they will
While there's breath in my body, he's the one that I love still






Male perspective...


I am a young sailor, my story is sad
For once I was carefree and a bold sailor lad
I courted a lassie by night and by day
But now she has left me and gone far away
Chorus:
Oh if I was a blackbird, could whistle and sing
I'd follow the vessel my true love sails in
And in the top rigging I would there build my nest
And I'd flutter my wings o'er her lily-white breast
Or if I was a scholar and could handle a pen
One secret love letter to my true love I'd send
And I'd tell of my sorrow, my grief and my pain
Since she's gone and left me in yon flowery glen
I sailed o'er the ocean, my fortune to seek
Though I missed her caress and her kiss on my cheek
I returned and I told her my love was still warm
But she turned away lightly and great was her scorn
I offered to take her to Donnybrook Fair
And to buy her fine ribbons to tie up her hair
I offered to marry and to stay by her side
But she said in the morning she sailed with the tide
My parents they chide me, and will not agree
Saying that me and my false love married should never be
Ah but let them deprive me, or let them do what they will
While there's breath in my body, she's the one that I love still