24 de octubre de 2010

Tu voz, humana...

Entraste en mi mundo, como cada miércoles a esa hora relativa de las 7, que marca el reloj.
Estabas luminoso, daba alegría verte, y dijiste: estoy enamorado de una voz. Reí a carcajadas por unos instantes. Y mi risa, en un momento, en sonrisa cambió. 


Relatabas la historia, divertida, viva... 
Guardé mis comentarios, inútiles, muertos, carentes de sentido, y con emoción, cerré mis oídos, y escuché su voz. 


Teletranspotada al mundo invisible,  semitransparente de esa, su voz. 
La de él. Una voz profunda, de garganta fría, de coraza de hierro, de gélido ardor.


No valen las lágrimas, no vale el recuerdo, no vale el abrazo, ni existe el amor. 
La vida que pasa, me abraza, me hiere, me inunda, me agota, y me dice adiós.
Guardaré tus besos, guardaré tu imagen, guardaré tu abrazo, viviré en tu voz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario