25 de junio de 2011

Vivo fascinada por el género masculino en general. No pierdo la capacidad de asombro, ante la simplicidad con la que enfrentan temas complicados y la complicación con la que intentan resolver problemáticas simples. Claro que debo admitir que existen diferencias abismales entre cada individuo, me he encontrado con muchos puntos en común. El otro día lo comentábamos con una amiga y cuando le dije esto de la complicación, blablabla, me pidió que le ejemplificara. Gozo ejemplificando, porque es una manera de narración en voz alta. Además para dar ejemplos uno tiene que recordar, y si se trata de una ejemplificación con un fin estadístico, también hay que asociar los recuerdos, buscar coincidencias, incluso cuando no existen. En ese momento, la verdad,  no pude dar ni un solo ejemplo, ni uno. Me quedó una sensación de insatisfacción y me bebí un segundo café. Y de pronto, se me vinieron a la mente varios sucesos, totalmente deshilvanados de mi pasado con diversos sujetos y creí comprender por un momento, que todos los hombres que había venido conociendo ante la simple, concreta, afirmación de un "te quiero", parecían tambalearse como si se hubiera producido de golpe un terremoto de magnitud 9.
Noté que mi amiga me miraba consternada del otro lado de la mesa,  al oírme decir lo que acabo de escribir más arriba. Y me enterneció. Supongo que un poco, porque su historia tenía mucho que ver con lo que estaba escuchando, y sin embargo me preguntó si esta era la situación simple o la compleja. Dudé un poco, pero finalmente dije que la segunda. Hay cierta complejidad en afirmar que uno quiere y el querer en sincronicidad, me parece algo realmente quimérico. Lo que para mi  existe es la autosugestión y la psicosis colectiva pero de a dos. Se conocieron, se enamoraron, se fueron a vivir juntos.  Luego de un par de años, con suerte, ya no se podían ni ver, se tiraban los platos por la cabeza, discutían sobre cosas indiscutibles, y finalmente cada uno siguió por su lado.


-¿Y entonces?


Por eso mismo, me fascinan las mujeres, porque preguntamos sin temor. Y entonces, me parece que lo que pasó en verdad fue otra cosa. Creyeron conocerse, uno de los dos se autosugestionó, por lo que fuera, por atracción física, por conveniencia, por miedo a la soledad, por joder, etc. que la otra parte era el amor de su vida y que no podían vivir el uno sin el otro, y el otro, cedió, ya por atracción física, ya por debilidad, ya por conveniencia o simplemente porque no tenía nada mejor que hacer en ese momento.
Y aquí voy a hacer un paréntesis, y un poco de autocrítica. He convivido en cinco ocasiones. Dos de las cuales fueron a la vez. Es decir, vivíamos tres bajo un mismo techo. Otra fue absolutamente monógama de la que nació mi hijo, y quitando el hijo, todo lo demás fue horroroso. La cuarta fue una convivencia monógama y no se bien como definirla porque duró un año en el cual, lo único que recuerdo es que salía de la cama para trabajar, trabajo en casa, así que salía de la cama y bajaba por las escalera y luego volvía a subir. Y la última fue una relación monógama  en un principio y célibe que terminó con un cúmulo de subrelaciones enfermizas y enfermantes. Vale, muy bien, seguramente el que lee pensará, has elegido mal. Sobre todo si es hombre. No viene al caso, porque estoy haciendo una autocrítica. Me he autoflagelado bastante ya, y al día de hoy, pienso en hoy. Con respecto a los dos primeros, guardo un buen recuerdo sin embargo se que realmente solo quise a uno y curiosamente no era, el de cara al público.No era el violinista petulante y guapo al que yo quería, con quien esperaba dormir, era al otro, un estudiante de filosofía, inestable y cinéfilo, que cuando le dije que me iba de esa casa de locos, me pidió que me fuera con él y le dije que no. Por qué, por qué si realmente lo amaba, hasta que dolía, le dije que no. Ahora lo se. Era un ser libre. El otro no, el otro era un ser atado por si mismo, por su propio egoísmo, egocéntrico y semi impotente. Le dije que no a Marcelo, simplemente porque lo amaba. Hace unos años lo volví a ver, la última vez que viajé a Buenos Aires, en diciembre de 2005, paseamos por la Plza de Mayo con  David en cochecito y en un momento, recuerdo que me dijo, podría ser hijo mío, y yo, le recordé que no.
Del padre de David, solo queda David, y el recuerdo de una atracción física absurda, un flechazo en la que se basó un matrimonio con maltrato físico. Y es curioso, porque no lo amé, pero sí amo a David.
El cuarto un francés burgués que escribía no se bien qué. No me enteré, porque como dije antes, no salimos de la cama.
Y el quinto otro francés, pero de índole semi proletaria, buen tío pero incapaz como marido(de cualquiera).
A los franceses los conservo como amigos. Los cinco sin embargo, son unos perfectos desconocidos para mi hoy. Seguramente a todos y cada uno en su momento, les dije te quiero, pero no era verdad. Era posiblemente autosugestión.
Ahora mismo, cuando digo te quiero, se que estoy autosugestionada y nada más. Y rescato el erotismo del instante.


Miré a mi amiga y le dije, rescato el erotismo del instante. Ese instante simple, en el que él y yo nos quitamos la ropa y nos quedamos mirándonos esperando unos segundos ver realmente quién es el otro, más allá del reflejo, más allá de las palabras, sin autosugestiones, sin nada.

23 de junio de 2011

La Tiranía del Amor


Découvrez la playlist Amore avec Fabrizio De André




Una mañana de enero, cuando las cosas parecían no poder irle peor,  salió aturdida a la superficie y al frío en la estación del metro Sol, preguntándose qué había hecho mal, y como desvariando, se perdió en una calle lateral a manera de metáfora de su propia existencia.Todos los caminos conducen a Roma, pero aquella mañana solo llegaban a la Pza Benavente. Se metió en el café de diseño de la esquina perseguida por sus  problemas económicos y el desamor. Se encaminó hacia el fondo y subió por las escaleras hacia el salón superior que se encontraba vacío y parecía más apropiado para cobijarla en la soledad. Junto a la ventana, enumeró los meses que habían pasado desde la ruptura con el que habría sido de otra manera su último y seguro fallido matrimonio. Seis. Seis meses exactos. Era injusto echarse la culpa de que las cosas hubieran salido tan mal. No, esta vez las cosas estaban claras como el agua, y que la ruptura hubiera sido enturbiada por una infidelidad por su parte, no era más que esas burlas del destino que se nos ríe en la cara mientras nos recuerda, el mal siempre triunfa. Si no es así, alguien debería haberle podido explicar en ese momento por qué, en vez de haber encontrado amor  en el amante, ya que había recibido lo contrario del marido potencial,  había seguido siendo premiada con lo mismo o peor. 

-¡Hola, buenos días!

La voz le sonó como un despertador a una  hora de haberse dormido,  miró azorada al interlocutor y comprendió que era una táctica comercial de los establecimientos de diseño para hacer sentir a los clientes que había llegado el gran momento de la consumisión. 

-Necesito un café.
-Perfecto, te haré el mejor café que hayas probado en tu vida.

Mientras se quedaba alelada por la sonrisa del personaje, se preguntó en qué términos en el contrato le habrían hecho firmar el ítem de la sobreactuación. Pero cuando ya completamente aturdida le oyó decir:
-¿No te quitas el abrigo?Aquí la calefacción  está a tope. Y lo volvió a ver sonreír, se dio cuenta que algo no estaba yendo bien. Igualmente se quitó el abrigo, más que nada por vergüenza. 
Seguramente se había ruborizado, siempre lo hacía, los italianos siempre la ponían nerviosa, acababa de pasar la noche con uno, un amigo del amante que no la amaba. Solo que este italiano, el del buenos días, era moreno, de facciones menos finas e insultantemente atractivo a semejantes horas de la mañana. 
El humeante café es una especie de elixir si está bien hecho.El café italiano es así, pero lo sirven en proporciones tan pequeñas, que si tienes la vida desbalanceada, no alcanza para que surta  efecto. Lo sabia y lo bebió de a pequeños sorbitos mientras hacía cuentas mentales para ver si llegaba a fin de mes. Entonces, el italiano, sentándose frente a ella, sin sonreír ya, y dejando de lado la estrategia comercial la miró y le preguntó     si el café estaba bueno. Asintió, y deseó que la dejara tranquila, tuvo ganas de decirle que se lo iba a pagar igualmente, estuviera bien o no, que en general los cafés aunque fueran brebajes más que cafe, si uno entra solo a bebérselos, no termina hablando con un italiano por un euro con treinta céntimos. Pero claro, también estaba lo otro, eso que está ahi siempre en estos casos, importando poco  la nacionalidad. 
Ella decidió que era mejor emprender la retirada y rebuscando las monedas comprendió que mejor abandonar el esfuerzo cuando él, con  un gesto otra vez exagerado le hizo comprender que no le iba a cobrar. Subítamente lo llamaron desde las escaleras y se fue dejándola y sin haberla engañado ni confundido en lo absoluto con el buen gesto, ella  le garabateó su número de teléfono  en una servilleta y se fue.

A partir de ese día, ella recibió un mensaje cada vez que él la recordaba, y una llamada perdida cuando salía para ir a dormir con ella. Duró tres meses hasta que él se fue a trabajar a Florida. Las cosas buenas duran poco, como el café italiano, que lo sirven en pequeños pocillos  y cuando lo cobran es carísimo. Por eso hoy, tres meses después de haberse despedido,  cuando a las 4.30 de la madrugada recibió una llamada perdida de él, desde Miami, se sonrió y pensó: tendré que beberme muchos para que el elixir surta efecto. 





22 de junio de 2011

La disección del sapo







Recordé todas las veces que te vengo evitando en mi mente, por las dudas, y finalmente llamé. Qué bueno es conocernos tan bien tu y yo, sin ser amigos, digo.


 Siempre me alivio cuando rechazas la llamada. Luego llamas. 


Yo siempre te atiendo, pero no es lo mismo. 


Me tienes una paciencia infinita. Me sorprendes. Aunque reconozco que hoy cuando llamaste, noté que estabas con las bolas francamente hasta el piso de mi. Normal, pensé, te prometí que llamaba en dos semanas y pasaron dos meses. Pero bueno, tu tampoco llamaste, lo bueno de haber acordado que llamo siempre yo. 


Esta vez tenía una buena razón para no llamar, pero no te lo digo porque no importa mucho. No te pienso dar el coñazo contándote que me contagié una bacteria de mierda en las encías que me tuvo a mal traer durante dos meses. Que medio me enamoré de otro tío en el medio, y ya se me pasó. Que he renovado mi contrato de alquiler por cinco años y eso hace que siga estando a la misma distancia de ti. Supongo que a ti te han pasado cosas también, aunque siempre que nos vemos estás exactamente igual, no te ha pasado absolutamente nada en apariencia y me miras igual que cuando nos encontramos en el Metro Prosperidad aquel domingo. 


Lo que pasa es que voy a cambiar el guión. Porque yo también estoy cansada de mi misma, la verdad. Lo que pasa es que no te lo pienso dar escrito, te voy a dejar improvisar que es lo que haces mejor. Y yo no voy a decir nada, que también es lo que se me da mejor. 


-Si es muy urgente, te llamo hoy a las 12 o 1 de la mañana.Pero mañana lo tengo libre...


Me reí por dentro, sabía perfectamente que querías que nos viéramos, ahí es donde  te  comienzo a cambiar el guión.


-No, yo a esa hora duermo. Te llamo mañana y hablamos tranquilamente.


Te cambio el polvo trimestral sin complicaciones que tanto nos complace a ambos,  por lo que más te gusta en la vida y encima nos pagan una pasta. ¿Cómo era? "La membrana entre el amor y el deseo es tan frágil entre nosotros que no existe"...Sí, era eso. Por cierto, yo tengo otra buena frase también, pero para ocasiones como estas: "Donde se come no se ensucia". 
Me recuerdo de tus frases trascendentes  muy bien, y en orden cronológico:
a)"¿Somos novios o no somos novios?"No se por qué  me parece que  no me equivoco al pensar que  mis carcajadas  fueron una respuesta equivocada, porque hasta el día de hoy sigues enfadado conmigo, pero claro, era la segunda vez que te veía en mi vida.
b) "Me gusta estar contigo. Eres una italiana del sur, y yo soy un italiano del norte."
c) (Esta es particularmente memorable, la he escuchado un centenar de veces y siempre me hace agregar al lado del nombre del tío un: conejo asustado. Pero tu la dijiste por teléfono y te pusiste a llorar, así que me olvidé de escribirla cuando corté)
 " No quiero que sufras, soy un desastre, todo lo hago mal excepto tocar el saxo."
d) "Eres la única mujer que me comprende." Esta viene con cierta recurrencia, y me agrada escuchártela.
e) "La membrana...blablabla..."no tengo ni idea de donde la habrás sacado pero me enterneció por un par de minutos, y te creí.
f) "Vivo para la música."
g) (en Abril)"Cuídate, llama cuando quieras, yo estaré grabando."


El punto g es mi preferido. Pero he estado sospesando los otros todos estos meses, y me parece que no he sido para nada objetiva, Lo mejor de ti es el f. Y el mío también. Y es curioso, porque por el punto f vamos a tener que llamarnos, vernos, olvidarnos de las filosofías de membrana, de la disección del sapo, tu bajarte de tu pedestal de crack del jazz y yo de mi pose de femme fatal que me oprime últimamente, afinar y ensayar para poder  cobrar la pasta.









12 de junio de 2011

Planes


Découvrez la playlist Drive the cold winter away avec The New World Renaissance Band


Ahora que se me ha dado por ir recuperando poco a poco las riendas de mi vida, decido que me gusta demasiado la libertad como para echar todo a perder una vez más.
Julio es un mes habitualmente difícil.Es un mes que para llenar un gran vacío me invento cosas, o mejor dicho, se que con él llegará el vacío, y comienzo a llenarlo por las dudas mucho antes. Pero este año no haré cosa semejante. Dejaré que me inunde el vacío, que la soledad me invada, porque así escribiré y leeré todo lo que tengo pendiente desde hace meses, y retomaré aquel libro sobre el aprendizaje musical autodidacta que tengo a medio terminar, y aquel otro de historia del arte comparado que también abandoné. Aunque realmente tengo que grabar y organizar el programa del año entrante, hace 5 años que no lo cambio y estoy harta de escuchar las mismas obras una y otra vez cada año.  Claro que para todo ésto tengo que aislarme de la humanidad porque me distraigo, aunque no estoy en verdad segura que sea lo más aconsejable porque al final, el aislamiento lo único que hace es que me sienta un ser aséptico y no imprima sentimiento alguno en todo lo que haga, aunque aparentemente rinda más. 
De todas formas, lo que saco de positivo de todo esto es que ahora mismo  tengo ganas de hacer algo, porque siento que he estado perdiendo el tiempo durante este último año. ¿No te parece que ésto que  digo es muy certero y sumamente edificante?


-Si querida.


Me encanta tu defecto profesional, porque además, no me cobras.





7 de junio de 2011

Счастливого пути!


Découvrez la playlist katyusha avec Samovar Russian Folk Music Ensemble



¿Sabes David chiquito?Ha pasado otro año. Y como cada año te toca viajar, prepararemos la maleta con ropa de todas las estaciones y un poco más, elegirás un par de juguetes, tus bienes más preciados, te llenaré la maleta de caramelos para tus primos, te daré un gran beso y te diré hasta pronto y cuando haya perdido de vista el carromato de gitano de tu padre, se me oprimirá el corazón como si me  lo hubieran puesto en una prensa e intentaré pensar que un mes se pasa rápido. Pero en cuanto entre a casa, eso sí,  ya tendré preparados las páginas de todos los aeropuertos en donde haces escala y cada vez que vea que el avión ha llegado a destino, saltaré en el sofá y gritaré hurra, como cada año. Y cuando te sepa en tierra rusa, exactamente en los Urales, aproximadamente tres días después de haberte dicho hasta pronto, intentaré dormirme pensando que allí en esta época los jardines son encantadores, que te encanta el sauna natural de la casa de Baba Faya, que tus primos son todos un poco como tu, que tienes un gran temperamento, y se que son todos igualitos, rubicundos y con narices respingadas, con grandes cráneos, con los cabellos que parecen emerger de un solo punto hacia todos los sitios, y los ojos rasgados, rozagantes y sonrientes, todos podrían ser hijos míos,   se divertirán en grande todos juntos  y también aprenderás, que cantarán canciones y saltarán sobre las camas y harán guerra de almohadas. ¿Baba Faya hace pasteles de mora? Sí, se que sí, y de manzanas y comerás pilmeni, y no me echarás de menos, imagino, solo me recordarás un poquito en esa hora de la tarde en que suelo cogerte en brazos como si fueras un gatito mientras te digo al oído:¿de quién es este nene? Y te ríes, te ríes, porque sabes que bromeo. 
Te adoro David, eres lo mejor que me ha pasado. Y tengo que reconocer que no hay nadie en esta tierra a quien quiera tanto ni a quien eche de menos  como a ti.
 Счастливого пути! до скорой встречи...







5 de junio de 2011

No lo haré.


Découvrez la playlist New playlist avec The New World Renaissance Band



-¿Entonces me estás diciendo que abandonas a Perls definitivamente?


Me encanta cuando te pones irónico mientras le echas tabaco a tu pipa y arrugas la nariz.




-Más o menos, no lo abandono, pero lo dejo irse de vacaciones un tiempo.


-¿Y se puede saber a qué se debe un  cambio tan radical en este momento de tu vida?


La verdad estoy cansada, harta de desarrollar mi potencial, de percibir, sentir y actuar, y me doy cuenta de tantas cosas que a veces creo que no me doy cuenta de nada. Pero claro, si hubiera dicho esto, hubiera seguido actuando según Perls, así que simplemente dije, intentando no reírme:


-Es que el otro día vi una foto de Perls y me pareció que tenía una barba asquerosa.


Evidentemente, no te esperabas esa respuesta. Es uno de tus problemas, siempre estás esperando unas cuantas respuestas posibles, pero se te olvida que tengo una gran imaginación.


-Una barba asquerosa...


Vi tu estupor mezclado con decepción y me enternecí. Por un momento sentí ganas de abrazarte. Si lo hubiera hecho, seguramente otra vez hubiera caído en la trampa. Así que me distraje ordenando unas partituras que se habían mezclado sobre la mesa. y pude sentir como seguías mis movimientos completamente desorientado. Cuando oí el ruido de lucha del mechero contra la pipa, continué.


-Si, me repugnó su barba, me hizo pensar que era una barba de profeta o algo similar, y me di cuenta que posiblemente no tuviera buenas intenciones al desarrollar la Terapia Gestalt. Que jugaba con nosotros como si fuéramos muñequitos.  Imáginatelo Martin, bebiéndose un whisky y riéndose a carcajadas semi borracho gritando "¡Vamos, todos a percibir, sentir y actuar, mientras papa Perls se emborracha!


La verdad nunca me había imaginado a Perls ni borracho, ni diciendo semejante cosa, pero claro, al decirlo me lo imaginé, recordé su barba, y sentí mucha repugnancia, y me sentí fatal de poder haberle hecho daño a Perls, a él que   nos había dejado la terapia para que pudiéramos aprender tanto y ser más felices y por supuesto me di cuenta que con esto, me estaba traicionando a mi misma. 


Cogí una silla y me senté frente a ti, que seguías luchando con la pipa. Me di cuenta una vez más que tienes unas facciones que me resultaban agradables, y que se te está acentuando una arruga en la comisura derecha, un poco por fumar y otro poco por sonreír de lado. El darme cuenta de cuanto tiempo había pasado me dio sueño y necesité desperezarme estirando mis brazos para luego bajarlos súbitamente y apoyar mis manos en tus rodillas.  Nos miramos a los ojos,  y sonreímos. 


-Martin, no soy sincera contigo, creo que no puedo, me parece que llevo mucho tiempo forzando situaciones solamente para poder escribirlas después. No me está mereciendo la pena todo esto.  


Retiré las manos de tus rodillas y me apoyé en el respaldo de mi silla que es francamente incómodo. Me centré en tus ojos verdi grises y dejé que el humo de tu pipa entrara por mis fosas nasales .  Casi logré percibir su sabor. 


-Me siento mal porque me has estado manipulando todo este tiempo, he llegado a odiar como creo que tu misma lo haces a los hombres que se te acercan cuando realmente yo no odio a ninguno, incluso creo que me identifico con ellos en varios aspectos más que contigo. 


Estuve tentada de quitarte la pipa, porque realmente me estaba sintiendo como creía te sentirías tu al decir esto.  


Miraste al suelo unos instantes,  sombrío, te pusiste de pie evitando que nuestras miradas se cruzaran. Fuiste hasta la puerta deteniéndote en el medio del salón, dándome la espalda, esperé que te volvieras a mirarme y decirme algo, pero no lo hiciste, continuaste hasta la puerta, y te fuiste dando un portazo tras de ti, como haces siempre.




“El todo es más que la suma de sus partes” Fritz Perls

Mariposa


Découvrez la playlist Fly, Fly My Sadness avec The Bulgarian Voices





Es primavera, pero hace frío. Yo siento frío siempre, incluso a cuarenta grados. Siempre me dicen que debo tener problemas circulatorios, pero no les creo. Creo que se debe más a otra cosa. Algo así como una desazón constante, como si viviera en la estepa,  no importa el lugar geográfico en el que me encuentre. Y cuando miro, entorno las pestañas como si una luz blanca me encegueciera y no me dejara ver más allá. 

Más allá estabas tu.  

¿Por qué le echas edulcorante al café? Yo le echo azúcar. Nunca te lo he preguntado. De todos modos, no es importante.  Nada es importante entre nosotros. 

Hubo días en que me planteé esto de manera recurrente, y llegué a esa penosa conclusión. Esa, la de que no compartíamos nada muy importante y nunca lo compartiríamos. 

Un hombre y una mujer que se conocen por coincidencia y repetición en un punto geográfico determinado, a miles de  kilómetros de sus lugares de origen.  Posiblemente sea esta la coincidencia entonces. Podría ser, no se me había ocurrido. Bueno, y el café, que tu lo bebes con edulcorante y yo, con azúcar. Porque en lo demás, no. Y tu  tienes una niña y yo un niño de la misma edad. Y ambos tienen sangre eslava. Porque aunque los búlgaros son balcánicos, escriben en cirílico, y  no soy eslava, pero entorno las pestañas cuando miro hacia delante, como si me cegara la estepa, y aun así, debo continuar andando a través de ella. 

Dos cafés, un punto geográfico determinado y coincidente,  un niño y una niña eslavos.

Nunca he conocido un hombre que sonría. Tu tampoco sonríes. 

Hoy no solamente no sonríes frente al café, también me cuentas que cada vez te es más difícil vivir. Que sobrevives. Intento comprenderte, ponerme en tu lugar y como no lo logro, te digo simplemente que sí con la cabeza, y se me pierde la mirada muy lejos, e intento divisar algo, que no se qué es, no se cómo se llama, y no se dónde está, pero es suficiente para que me preguntes en qué pienso, y como no puedo decirte que simplemente vivo, no te digo nada. 


Sigues hablando y te oigo lejano, pronunciando la palabra mariposa. 

Existen  palabras que actúan como  detonante para que automáticamente vuelva a posar mis pies sobre la tierra, no se qué palabras son. Hoy solo sé  que en este momento es la palabra mariposa. 

Estratégicamente repetí la palabra mariposa, para que la repitieras tu, y me volvieras a contar la misma historia una vez más. Como nunca estoy, he descubierto estos mecanismos, si uno repite una palabra que recién ha sido dicha con una entonación interrogativa que linde con la incredulidad, generalmente necesita recuperarse el contexto en el que ha sido pronunciada. 

Entonces recuperé el contexto de la mariposa. Tu, sobreviviendo en un mundo hostil, sin amor, inhumano, y una mariposa de colores, en un frasco.

Y me angustié, porque pensé que era cruel la historia, que por qué las mariposas tenían que estar encerradas en frascos.

Y no lo dije, pero creo que se me nubló la vista  al mirarte, y entonces, terminaste la historia. La mariposa era a pilas. Una mariposa de colores, a pilas, encerrada en un frasco. Porque en esta ciudad no hay mariposas, y  mi hija nunca ha visto una, te oí decir. 

Me dejé caer en el vacío nuevamente, intentando escapar de esta ciudad, dónde  los niños, no conocen las mariposas, y de ti mismo, que como las conoces, las añoras.  






4 de junio de 2011

Venganza


Découvrez la playlist New playlist avec The New World Renaissance Band


Gertrudis estaba sentada al piano, jugueteaba desganadamente mientras miraba a Violeta moverse de un lado a otro sin parar, le parecía incluso que ésta estaba haciendo algo.


Sorpresivamente aporreó el sector grave de un puñetazo y cerró la tapa del piano. Dio  un giro de trecientos sesenta grados en el taburete y le espetó :


-Es la trama palaciega otra vez, ¿no es así?


Violeta rió histéricamente y dando pequeños saltos infantiles le respondió que si.


Mostrando desaprobación Gertrudis se puso en pie súbitamente.


-¿Para qué?, ¿cuál es el fin?, tu lo dejaste a él, y de todas formas, ¡ya ni te interesa!.


-¡Cierto! Pero así son las cosas, ella tuvo la oportunidad de no hacer aquello, y sin embargo, lo  hizo, fue un golpe bajo, recuerdo que no dormí una noche por su culpa. 


-No, no es verdad, la odias porque es vulgar, fea y sin embargo él cuando lo dejaste, corrió a sus brazos simplemente porque es idiota.


-Jajajajajajaja, ¡Es verdad!


Se hizo un silencio, pero no duró, nada dura demasiado, ni siquiera el misterio.


-¿Pero se han dejado?


-¡Qué va! No lo creo, tampoco  importa, eso no es lo importante aquí.


-¿No? ¿Y entonces?


Vio como su amiga, sin responderle, desaparecía por la puerta del salón. Miró por la ventana, la misma ventana que creía recordar estaba gris aquel día que su amiga había decidido dejar al pobre imbécil al que ahora estaba planeando machacar una vez más, estaba hoy verde, llenos los árboles de hojas jóvenes que danzaban por el suave aire primaveral. Casi no la oyó regresar y fue   sorprendida en plena ensoñación.


--Las intrigas palaciegas son así, no es tanto el fin, no hay un premio definido, es el placer de la intriga, lo que tiene su encanto, el no saber. Y siempre, siempre, manteniendo las formas. La estética de la acción, siempre buscando la belleza.


-¡Eres cruel! 


Violeta, entrecerró sus negras pestañas y frunció el ceño a la vez que apretaba la mandíbula con rencor.


-Eso es lo que merecen, ambos. 


-¿Pero por qué? ¿Qué han hecho quitando el ser tan feos? Comprendo que la estética sea tan importante para ti...pero me resulta excesivo...


Roja de furia, Violeta, empuñó su flauta como si fuera un cetro y le gritó:


- ¿Qué han hecho dices? Pues te diré que han hecho, se han fotografiado con una edición cara del  Kamasutra  haciendo gestos obscenos, parecían tenerlo en sus manos como si este estuviera maniatado y con sus piernas abiertas, han agotado mi paciencia, se han burlado de mi en mi propia cara, con su fealdad y su ignorancia, han profanado el sexo,  del sexo uno no se mofa, uno lo practica con un sagrado respeto. El habrá  ya olvidado todo lo que le enseñé a estas alturas. Eros lo habrá abandonado hace rato.
Si, Venus estaba muy enfadada, y con razón, ¿a quién se le ocurre hacerse una fotografía con una edición cara del Kamasutra haciendo gestos obscenos, sosteniéndolo y haciéndolo permanecer maniatado y de piernas abiertas ante la cámara? Gertrudis intuyó que había algo más, que no era solo la fealdad de los personajes y la de sus actos lo que habían irritado la ira divina y con cierto temor volvió a preguntar:


-Y ahora, ¿qué pasará?


-Eso no puede saberse, pero es la duda la que tiene ahora mismo la palabra. Ella seguramente tiene miedo, y él no sabe, no está seguro de nada. Condenados ambos por su propia tontería. 


-¿Y tu?  


-¿Yo? Nada, no toco nada aquí, me he enamorado de otro que aun no sabe amar. Como siempre, pero esta es otra historia, la mía, y te recuerdo que tu, eres solamente una mancha de humedad en la pared.


Tuvo que asentir una vez más y reabsorberse y desaparecer. 


Ella temía, él dudaba, una vez más. Ese era el castigo. Ella por no haber temido antes, él,  por no haber tenido cojones. 
Así resultan las cosas  cuando Venus se enfada.


 Y la que transcribe, gracias al   susurro al oído  de vaya uno a saber qué espíritu desconocido de la noche, y que no cree en los dioses, y por lo tanto no puede temerles, le sugiere al lector que se inicie en las prácticas amatorias con entrega, clandestinidad y siempre buscando la belleza del acto.



































2 de junio de 2011

World Press

A Elena.













-Ciao, Paola.Sono Peter... Come stai?


Pestañeé, e intenté encontrar el móvil que había quedado sepultado en algún sitio de la cama, para ver la hora.


-¡Peter! ¿Cómo estás? Estaba durmiendo...


Me llegaron unos ruidos guturales incomprensibles del otro lado del mundo a modo de disculpa.


-¿Dónde estás Peter? 


Automáticamente comprendí que me había equivocado, ¿cómo podía preguntarle semejante cosa? Tarde, muy tarde.


-Estoy en Miami. ¿Qué tal Madrid?


Le hice una breve reseña sobre el clima político y la temperatura, y al terminar me di cuenta que no me importaba lo más mínimo Miami. Imaginé por unos instantes que el clima sería siempre el mismo allí, quitando algún psicópata que se cargaba a unos 40 adolescentes cada tanto para luego hacer una película clase B.


-Paola, dime la verdad, cómo estás, esperaba un e-mail, que te conectaras al Skype algún día o noche, no llamas a nuestros amigos, qué pasa, has conocido a otros?


Me jodió el plural, supe de donde venía, porque no es persona de muchas palabras y los plurales no puede imaginárselos así como así.


-Más o menos, pero la verdad, nada que valga la pena mencionar, ¿Y tu?¿Qué tal Miami y las playas?


Me daba igual, pero me pareció demasiado no preguntar, últimamente me siento como vacía, y de pronto siento de una manera excesiva y desbordada, no duermo bien,  pero no es culpa de Peter.
Le conté entonces que estaba enferma de mis encías por estrés, ya lo sabía, lo había leído en mi facebook, y me sorprendí cuanto sabía en verdad de mis actividades cotidianas sin saber absolutamente nada de mi y lo que sentía, que una cosa era lo que parecía, y otra muy diferente, yo. Y llegó a modo de reproche, que no se bien por qué, cuando viene de él, me moviliza.


-¿Por qué siempre hay tanto jaleo por allí?


No supe bien que responderle, qué le iba a decir,le podría haber hecho una pregunta a modo de respuesta, qué por qué se había ido él, pero los dos sabemos bien por qué se fue, y discutir por teléfono a las tantas por larga distancia me parece tan tonto que lo evité.
Me restregué los ojos y bostecé y de pronto me dió un vuelco el corazón al oírlo decir:


- ¿Has ido a la ignauguración del World Press hoy?
-Si, Peter, si, he ido y me ha encantado, aunque hay fotos muy duras, pero ¡deberías verlas!


Me sonreí, lo imaginé en el pasillo leyendo con dificultad las reseñas, serio, como siempre, guapo y con un mal carácter que sabe ocultarme tan bien...


-Lástima, creo  que no lleguaré a verla...Pero cuéntame sobre las fotos, Paola, ¿qué has visto allí? 


Cerré los ojos, y le conté de manera desordenada, las imágenes que se me venían una a una, superpuestas y contrastantes, el africano de cara impresionante incrustado en su choza, en su realidad trágica, el torero con el cuerno del toro que le atravesaba la cabeza, en movimiento y que contrastaba de manera brutal al estar las dos expuestas en la misma pared con la terrible quietud de la injusticia social inamovible del africano. 
El terremoto lleno de cadáveres, la niña con hidrocefalia y la empresaria, la mujer con sida con  seis hijos, el chino monárquico y poderoso que mira hacia su hijo bobo, sucesor   al trono, o mejor dicho, no. El ruso hermoso, que trae en su mirada, los siglos de tradición, cuya belleza nos distrae de los horrores que deberíamos seguir recordando, el pájaro en pleno vuelo de frente y en primer plano con un antifaz natural y maravilloso, los cisnes grandes y pequeños de los lagos del norte, que me conmovieron porque una vez más me recordaron que la naturaleza conserva su belleza o al menos lo intenta, mientras los humanos nos aferramos y es obvio que los fotografiados si tuvieran otra opción no lo harían, al horror, a la miseria, la crueldad,  las guerras, los abortos ilegales, los niños sucios y muertos de hambre y todo el resto,  que una manga de hijos de puta, logra obtener con todo esto su propio bienestar, el  bienestar de unos pocos, a base de seguir jodiendo a otros muchos. Tan simple y tan complejo como tu y como yo, Peter...


Se me clavó una de las agujas  de tejer gris de mi abuela en la garganta y se me desmadejó el dolor y perdí mi perspectiva una vez más, y volví a llorar.
Y Peter, que es un hombre simple, me pidió que le prometiera que regresaría una vez más a ver la expo y que me detendría en las fotos de los cisnes de los lagos del norte y pestañearía rápido y muchas veces para fotografiármelos  en mi cabeza y en mi corazón. Que julio, llegaría muy pronto porque estamos en junio y entonces, me abrazaría por la noche y me haría unos spaghetti  carbonara. 


-Paola, ¿Llevas camisón?


Le mentí, le dije que no, y entonces se despidió en un susurro.


-Ponte el camisón, entonces,  puedes coger un resfriado y no podrás volver a ver a los cisnes.


Me dormí abrazada al teléfono, que se quedó sin batería y ahogado en lágrimas, y esta mañana, a las 9.30, me despertó el primer alumno, totalmente ajeno a mi conversación de la noche anterior, totalmente ajeno a mi realidad, completamente ajeno a mi dolor, completamente ajeno. Completamente, como yo.