3 de septiembre de 2011

Rabin






Como estaba lloviendo, canceló todos los planes, cerró las ventanas, sin encender ni una sola luz intentó ver en su interior, y no vio nada. 


"Todo es una gran mentira, nada sucede en realidad. Ahora mismo, el que yo piense ésto no debe estar  pasando y aunque lo esté, luego no tendrá la menor importancia. Cuando el otro día caí y luego ellos me dijeron eso, no me sorprendí. No entienden nada, creen que si, pero no, es mucho peor, y no lo saben porque aun no ha sucedido. No soy lo que creen, soy un  impostor y cada vez será peor. Si dejo que esto avance lo atribuirán a un padecimiento neurológico que no existe, como yo mismo. Como no existo no tengo nada que temer y como nunca he existido realmente nadie notará mi ausencia porque nunca he estado. "


"Incluso aunque para ellos sí exista, no tiene que importarme, para mi será una liberación. Jeanne es terrible, es una mujer despiadada y será mejor así. No soportaría verme caer otra vez. Ni yo tampoco."


"Y luego está él, tan perfecto, tan inalcanzable...que solo puede ser una idea..."




Se recostó en el sofá, y sintió como se le entumecían los brazos, vio brumoso su violín. En ese último impulso intentó incorporarse  para alcanzarlo, mientras resbalaba con la alfombra y  se golpeaba la cabeza contra la esquina de mármol de la pequeña  mesa, el único testigo, quedaba condenado a callar para siempre. 










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