20 de septiembre de 2011

El amor no existe, o historia de una mujer y un escaner





Hay algo que no está correcto en el proceso de escaneado. Las páginas pares  no quedan  igual  que las impares. Me fastidia. No se ven los bordes o se ven cortados. Me está quedando el trabajo desprolijo. No lo tolero, es más, me enferma. Las páginas pares me quedan derechas, mientras que las impares se doblan y me quedan torcidas, recortadas, sombreadas, asimétricas. La asimetría me exaspera. Deberían quedarme perfectamente cuadradas y me quedan poligonales. 
No lo estoy haciendo bien.  No se por qué, pero lo veo. Lo estoy viendo, lo tengo delante de mi nariz y finjo no verlo. No escucho lo que se me dice una vez más. No,  es no. Y yo se lo que quiero esta vez, debería comprender que no quiero que las páginas queden torcidas. 
No es que estén torcidas lo que me molesta, pueden estar torcidas, pero no en mi escaneo. Mi escaneo debe estar simétrico. Todo tiene que estar simétrico.
Tengo que dejar de autoengañarme, porque el auto engaño en mi, no me ha traído lo que quiero en verdad. 
¿Por qué me miento a mi misma? ¿Por qué no digo lo que quiero? ¿Por qué no pido lo que necesito? ¿Por qué me basta una sola página derecha y acepto que todas las demás queden torcidas? 
Basta. Estoy saturada. No quiero nada de lo que me quieren dar arbitrariamente , quiero que me den lo que  yo quiero que me den, si no, que no me den nada, que se lo guarden, que se lo den a otra. 
El proceso de escaneado es algo muy complejo. El proceso de saber lo que uno quiere, también. Por eso mismo, ahora que lo se, no puedo mentir más, no puedo fingir más, no tiene caso que lo haga.
            

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