Pequeñas sus manos,
Pequeños sus pies,
Nacerá Manuel.
Ya todos lo esperan,
¿Será cómo él?,
Manuel el abuelo,
El nieto Manuel.
Y yo espero el día,
Que tu puedas ver,
El río, las calles,
y azahares oler.
Nacerás Manuel,
y esa ciudad hermosa,
te verá crecer.
Con manos crecidas,
No olvides, Manuel,
Del laud, las cuerdas,
Con amor tañer.
Y a los sinsabores,
De los mil caminos,
Plántales tus pies.
Pequeñas tus manos,
Pequeños tus pies,
Nacerás Manuel.
"Comprendí que el decantarme por coleccionar divorcios era una manera práctica de no tener que cargar con los maridos cuando cambiara de ciudad..."
30 de septiembre de 2011
20 de septiembre de 2011
El amor no existe, o historia de una mujer y un escaner
Hay algo que no está correcto en el proceso de escaneado. Las páginas pares no quedan igual que las impares. Me fastidia. No se ven los bordes o se ven cortados. Me está quedando el trabajo desprolijo. No lo tolero, es más, me enferma. Las páginas pares me quedan derechas, mientras que las impares se doblan y me quedan torcidas, recortadas, sombreadas, asimétricas. La asimetría me exaspera. Deberían quedarme perfectamente cuadradas y me quedan poligonales.
No lo estoy haciendo bien. No se por qué, pero lo veo. Lo estoy viendo, lo tengo delante de mi nariz y finjo no verlo. No escucho lo que se me dice una vez más. No, es no. Y yo se lo que quiero esta vez, debería comprender que no quiero que las páginas queden torcidas.
No es que estén torcidas lo que me molesta, pueden estar torcidas, pero no en mi escaneo. Mi escaneo debe estar simétrico. Todo tiene que estar simétrico.
Tengo que dejar de autoengañarme, porque el auto engaño en mi, no me ha traído lo que quiero en verdad.
¿Por qué me miento a mi misma? ¿Por qué no digo lo que quiero? ¿Por qué no pido lo que necesito? ¿Por qué me basta una sola página derecha y acepto que todas las demás queden torcidas?
Basta. Estoy saturada. No quiero nada de lo que me quieren dar arbitrariamente , quiero que me den lo que yo quiero que me den, si no, que no me den nada, que se lo guarden, que se lo den a otra.
El proceso de escaneado es algo muy complejo. El proceso de saber lo que uno quiere, también. Por eso mismo, ahora que lo se, no puedo mentir más, no puedo fingir más, no tiene caso que lo haga.
19 de septiembre de 2011
Más vale trocar
Y entonces, mientras me abrazabas tiernamente, me sentí cobijada. Tantos años vagando, para siempre terminar huyendo. Siglos completos, completamente quieta, y con esa inquietud que me daba la insatisfacción. Posiblemente ésto dure un momento, pero ¿importa? La belleza, efímera, solo en abrazo de mariposa. El misterio de la felicidad. Tal vez la concepción de momentos distanciados, y concebidos de manera absoluta e indivisible. Si por un momento pudiera renunciar a ese insano afán de conquista, al deseo de poseer, y lograra abandonarme a tu abrazo como ayer, sería auténtica. Quiero detener el tiempo claramente. ¡Pobre de mi qué temo al cambio!Sin tener en cuenta que lo que no evoluciona, se estanca, y que el agua que se estanca, se pudre.
No puedo darme por vencida después de ayer, tendré que comenzar a iniciarme en la crisopeya y practicarla con mi propio corazón.
15 de septiembre de 2011
Regreso
29
28
27
26
25...
Estimado Sir:
Es curioso que una semana parezca demasiado tiempo, cuando han tenido que pasar tantos siglos antes de volver a verte.
Esta vez, no pasará lo que antaño, lo prometo. Me arriesgo al decirte esto, que logres recordar, pero me consuela pensar que tal vez lo recuerdas, y no me lo hayas mencionado adrede.
Regreso a verte, una vez más, en pocas horas. Realmente, ¿no habías notado que la primera vez que nos vimos, en esta ocasión, cuando tu dijiste que te alegrabas de "finalmente" conocerme, yo te miré incrédula? ¿No te parece curioso que no soportando a casi ninguna mujer más de 48 horas seguidas, conmigo, no tengas recelo? Intenta recordar cuántas veces se te vino a la cabeza este pensamiento: estoy a gusto porque es como si ya la conociera desde hace mucho tiempo...
Un beso.
Milady
28
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25...
Estimado Sir:
Es curioso que una semana parezca demasiado tiempo, cuando han tenido que pasar tantos siglos antes de volver a verte.
Esta vez, no pasará lo que antaño, lo prometo. Me arriesgo al decirte esto, que logres recordar, pero me consuela pensar que tal vez lo recuerdas, y no me lo hayas mencionado adrede.
Regreso a verte, una vez más, en pocas horas. Realmente, ¿no habías notado que la primera vez que nos vimos, en esta ocasión, cuando tu dijiste que te alegrabas de "finalmente" conocerme, yo te miré incrédula? ¿No te parece curioso que no soportando a casi ninguna mujer más de 48 horas seguidas, conmigo, no tengas recelo? Intenta recordar cuántas veces se te vino a la cabeza este pensamiento: estoy a gusto porque es como si ya la conociera desde hace mucho tiempo...
Un beso.
Milady
Uñitas
Si tuviera que describir mi vida, ni se me pasaría por la cabeza describirla como un cuento de hadas. Jamás me disfracé de princesa de niña, ni esperé al príncipe azul. Nadie me engañó. Lo más parecido a un cuento de hadas que me pasó en mi vida, fue una vez que estaba durmiendo y se me cayó un cuadro que estaba colgado en la cabecera de mi cama, sobre mí, estalló y me despertó. Al extender mi brazo hacia abajo, como tengo aun por costumbre al despertar, me clavé una esquirla en el dedo índice. Terminé de despertarme presa por el dolor y al ver que mi dedo estaba sangrando, me bajó la tensión y me desmayé.
Mi señora madre, que es anti-monárquica, no solo no me prometió príncipes, si no que me habló pestes de ellos. Eso sí, en cuanto percibió que podía aparecer alguno, me advirtió encarnada: "que se ponga preservativo."
Mi padre nunca me dijo nada, me leyó Pinocho y los Mitos griegos estoicamente, durante años, incluso cuando yo ya me los sabía de memoria y los podía recitar a la par hasta quedarme dormida.
En retrospectiva, reconozco que era una pequeña déspota. Me alegro. Ya que me iban a pinchar el globo tan pronto, al menos que me fomentaran la imaginación de una manera productiva.
Al día de hoy, no creo en los cuentos de hadas, la monarquía me parece algo caduco, y los príncipes no me ponen.
Luego soy un poco contradictoria, porque mi casa está llena de mariposas, lucecitas de colores y espacios de cuento, tengo miniaturas escondidas por toda la casa, sonadores, espejitos, piedras mágicas, velas de formas imposibles, bolas de cristal, fuentes con duendes, brumas y cosas por el estilo.
Es posible la contradicción por lo siguiente : sí creo en las hadas.
Las hadas no tienen alitas, ni viven en los árboles, ni tienen orejas alargadas. No, las hadas, se plantan y les dan un revés en plena cara verbalmente a los gilipollas, no cogen el teléfono si están hartas de escuchar tonterías, clavan las uñitas donde más duele si es necesario, o pasan...
Con las hadas nunca se sabe, un día parece que sí, y otro, parece que no. Están un instante en un sitio, pero luego, desaparecen y reaparecen en el sitio opuesto. Se dejan ver si quieren. Bromean, cambian las cosas de sitio, y a veces, murmuran cosas ininteligibles...
6 de septiembre de 2011
Come again,sweet love doth now invite
Violeta miró a Milady, que parecía morar en los rincones, con la mirada ida.
"Últimamente no hace más que suspirar y escribir esquelitas tétricas" , pensó. La preocupaba sobremanera lo de las esquelitas, que se iban acumulando en los sitios más insospechados y comenzaban a afear el paisaje. Juntó valor y la abordó con esa manera brusca y carente de tacto:
"¿Se puede saber qué demonios te pasa?" Milady regresó de su ensoñación y murmuró:
"Lo echo de menos".
Violeta se dio cuenta que era comprensible, hacía dos meses que no lo veía prácticamente y nunca habían pasado ninguna de las dos tanto tiempo sin él. Pero en vez de entristecerse sintió indignación, se enfureció con el mundo, con la incomprensión, con la estupidez, con el absurdo, con tantas cosas. Apretó la mandíbula intentando que la ira se quedara allí, como hacía casi siempre. Dejó que Milady saliera a por el pan, y calculó que solamente faltaba media hora para la siguiente clase, es suficiente, convino.
Rebuscó entre sus papeles pero no encontró lo que buscaba. Se dio por vencida cuando solamente faltaban diez minutos. Es curioso cómo nos demoramos en buscar algo, incluso cuando sabemos que no lo vamos a encontrar. Cogió un papel, y un lapicero y garabateó:
"Estimado Sir:
Tienes que venir urgentemente a Madrid. Milady está muy triste y ya no se qué hacer. Atte. Violeta Magenta. "
Como no tenía la dirección, simplemente abrió la ventana, y extendió la mano con la carta. Vertiginosamente le fue arrebatada por un pequeñísimo pájaro de muchos colores y alas que casi no podían verse por la velocidad con la que las movía. "¡A Sevilla!" Gritó. En el mismo instante en que se abría la puerta y Milady entraba con una baguette de medio metro.
"¿Se puede saber qué haces? ¡Tienes medio cuerpo fuera de la ventana! ¡Te puedes caer!".
Violeta cerró la ventana y se volvió hacia su amiga.
"¿Y qué te parece que estoy haciendo? Pues lo que se hace en estos casos, enviar una carta, ¿no?"...
"Últimamente no hace más que suspirar y escribir esquelitas tétricas" , pensó. La preocupaba sobremanera lo de las esquelitas, que se iban acumulando en los sitios más insospechados y comenzaban a afear el paisaje. Juntó valor y la abordó con esa manera brusca y carente de tacto:
"¿Se puede saber qué demonios te pasa?" Milady regresó de su ensoñación y murmuró:
"Lo echo de menos".
Violeta se dio cuenta que era comprensible, hacía dos meses que no lo veía prácticamente y nunca habían pasado ninguna de las dos tanto tiempo sin él. Pero en vez de entristecerse sintió indignación, se enfureció con el mundo, con la incomprensión, con la estupidez, con el absurdo, con tantas cosas. Apretó la mandíbula intentando que la ira se quedara allí, como hacía casi siempre. Dejó que Milady saliera a por el pan, y calculó que solamente faltaba media hora para la siguiente clase, es suficiente, convino.
Rebuscó entre sus papeles pero no encontró lo que buscaba. Se dio por vencida cuando solamente faltaban diez minutos. Es curioso cómo nos demoramos en buscar algo, incluso cuando sabemos que no lo vamos a encontrar. Cogió un papel, y un lapicero y garabateó:
"Estimado Sir:
Tienes que venir urgentemente a Madrid. Milady está muy triste y ya no se qué hacer. Atte. Violeta Magenta. "
Como no tenía la dirección, simplemente abrió la ventana, y extendió la mano con la carta. Vertiginosamente le fue arrebatada por un pequeñísimo pájaro de muchos colores y alas que casi no podían verse por la velocidad con la que las movía. "¡A Sevilla!" Gritó. En el mismo instante en que se abría la puerta y Milady entraba con una baguette de medio metro.
"¿Se puede saber qué haces? ¡Tienes medio cuerpo fuera de la ventana! ¡Te puedes caer!".
Violeta cerró la ventana y se volvió hacia su amiga.
"¿Y qué te parece que estoy haciendo? Pues lo que se hace en estos casos, enviar una carta, ¿no?"...
3 de septiembre de 2011
Rabin
Como estaba lloviendo, canceló todos los planes, cerró las ventanas, sin encender ni una sola luz intentó ver en su interior, y no vio nada.
"Todo es una gran mentira, nada sucede en realidad. Ahora mismo, el que yo piense ésto no debe estar pasando y aunque lo esté, luego no tendrá la menor importancia. Cuando el otro día caí y luego ellos me dijeron eso, no me sorprendí. No entienden nada, creen que si, pero no, es mucho peor, y no lo saben porque aun no ha sucedido. No soy lo que creen, soy un impostor y cada vez será peor. Si dejo que esto avance lo atribuirán a un padecimiento neurológico que no existe, como yo mismo. Como no existo no tengo nada que temer y como nunca he existido realmente nadie notará mi ausencia porque nunca he estado. "
"Incluso aunque para ellos sí exista, no tiene que importarme, para mi será una liberación. Jeanne es terrible, es una mujer despiadada y será mejor así. No soportaría verme caer otra vez. Ni yo tampoco."
"Y luego está él, tan perfecto, tan inalcanzable...que solo puede ser una idea..."
Se recostó en el sofá, y sintió como se le entumecían los brazos, vio brumoso su violín. En ese último impulso intentó incorporarse para alcanzarlo, mientras resbalaba con la alfombra y se golpeaba la cabeza contra la esquina de mármol de la pequeña mesa, el único testigo, quedaba condenado a callar para siempre.
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