6 de mayo de 2011

Ella

Hoy he escrito todo lo que tenía para escribir. Y lo hice adrede. No es que tuviera nada extraordinario que contarme. Nada que ya no supiera más o menos sobre mi, no, más que nada era una búsqueda del vacío, aunque sea de manera finita y lo  puedo experimentar ahora mismo.
Estoy completamente vacía, casi ajena a toda sensación que produce malestar. No siento ni desilusión ni ilusión, ni amor ni odio, ni echo de menos, ni deseo nada, ni a nadie.Tampoco pensaré en mi cuando termine de escribir esto. No haré el balance de la semana aunque sea viernes, ni planearé lo que voy a hacer mañana.
Estoy en blanco. y aunque no creo que nada externo me trastorne en este estado, desconectaré los teléfonos y apagaré el ordenador.
En una hora va a venir ella. Y le haré la cena. Viene a contarme la historia que me viene contando desde hace semanas una y otra vez, pero da igual. Todos contamos una y otra vez la misma historia, la nuestra, y logramos exasperar al que nos escucha porque no le estamos contando la historia de él, del que nos escucha.


Lo que me gusta de este estado es que sin haber bebido nada, no tengo sed.


Este estado me suele durar un par de días y es raro porque es como que estoy pero no estoy, no tengo el impulso de conectar en lo más mínimo. No siento apremio alguno. Me cambia la percepción de lo que dura el tiempo.

Probablemente no diga nada de la misma historia, ni a favor ni en contra, ni dentro de una hora, ni dentro de un día, ni dentro de dos.


No debo olvidarme que un día de estos tengo una cita. Si lograra no sentir absolutamente nada hasta ese momento y luego tampoco, sería realmente un ejercicio digno de repetirse una y otra vez, hasta que aparezca en mi algún sentimiento profundo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario