15 de abril de 2011

Yo me quería casar




Cada vez que te tengo sentada delante, no puedo no sorprenderme que estés ahí. Es una especie de milagro, que estés tu y que también esté yo. Un doble milagro podría decirse entonces. Será que me recuerdo la primera vez que te sinceraste conmigo, hace años y me contaste que lo que querías era conocer un buen hombre y formar una familia, y yo no dije nada, pero pensé, en todo caso un hombre.
Cuánto tiempo ha pasado desde esa confesión, tal vez dos años o tres. Tu te confesaste, y yo también, un buen hombre..."has estado oxidándote tantos años, lo que tienes que hacer no es conocer un hombre, es conocer a muchos", recé. Ni se me pasó por la cabeza  que podrías ofenderte, u horrorizarte, no tengo por costumbre subestimar a la gente. Un buen día desapareciste y francamente no pensé nada, a veces te recordaba y confiaba en que estarías bien, pero otras no. Era más probable lo segundo, por la sencilla razón que seguías trabajando para esa caterva de viejos carcamanes, que no hacían otra cosa que seguirte recordando las décadas que habías soportado tanta opresión. Curas. Qué palabrota que debería ser  abolida por la Real Academia Española con la esperanza que se extinguieran, no se francamente cómo no se han extinguido con lo poco y mal que follan. De las monjitas  mejor no digo nada, tampoco quiero ser reiterativa.
Caracas, Venezuela, año de nuestro señor  dos mil  no se cuanto y tuviste la mala idea de enamorarte de un tipo(casado), ah, no, me equivoqué, no fue una mala idea, fue una pésima idea, porque resulta que eras monja de clausura. Esto me da un poco de risa, pienso, estabas "clausurada"...pero no me río, no me causa ninguna gracia...se ocuparon muy bien de no darte una educación y de explotarte. Y un buen día, cuando ya no digamos que se te ocurrió pensar, no, mucho peor, se te ocurrió sentir, te deportaron...bueno, todo tiene sus pros y sus contras, menos mal, de alguna manera, ahora, aunque  sigas teniéndoles que ver las caras de culo el resto de días de tu vida,  al menos, llega una hora en que cierras la puerta y los que se quedan dentro son ellos.
Cuando reapareciste telefónicamente el 25 de diciembre pasado luego de un año, y yo pude reconocer tu voz  sin que me dijeras tu nombre, me alegré. También me pareció alegrarme cuando me contaste que habías conocido a dos "chicos"...aleluya, pensé, pero luego me atraganté(claro, como no iba a atragantarme con un aleluya) y casi me asfixio cuando me contaste las historias íntegras... uno, un ex cura, un vividor, pusilánime e hipócrita, y el otro también, pero sin cura. Luego fui un poco más tolerante y pensé, bueno, son hombres, que se puede esperar, son así, no es que haya tenido mala pata, es que no hay otra clase de hombres, no existen...
Pero la historia del otro día me desbordó, y cuando me contaste que Fernando, que tiene más de 50 tacos,  uruguayo(esto me da igual, pero no deja de ser irónico) y que se auto define como bicho cueva, te había estado  hablando justamente a ti de la caridad y del derecho a equivocarse, me indigné... cómo no vas a ser caritativa, si estás con semejante monstruo y cómo no vas a considerar que todos nos podemos equivocar, claro que si, si te estás equivocando y lo estás permitiendo, al final de cuentas estas cosas siempre tienen que empezar por casa. Es un cerdo, y como siempre digo, con perdón de los cerdos, que te quiere volver a meter a la furcia esa que te denunció,  cuando lo único que habías hecho era ayudarla, otra vez en "su cueva" y sabes por qué? Porque está caliente, no me hables de amor, los hombres no se enamoran. No saben lo que es el amor, y aunque lo sepan se cagan en el igual. Lo se, porque las mujeres también somos así. No me vengas por favor con que te cuenta cosas interesantes, mejor lee un libro, seguro que está mejor contado y lo que dice es más interesante, tampoco me hables del cariño potencial que podrías recibir, recoge un perro o un gato de la calle, son mucho más afectuosos...
De todas formas, no te preocupes, te llamaré cada fin de semana y te mostraré un sitio diferente o igual, y te presentaré a todos los hombres que conozco, sean mis amantes o no, sean mis amigos o no y sean buenos o no, porque estoy segura que lo vas a encontrar...¿Cómo? ¿No te lo había dicho? Soy muy optimista, todos lo somos, recuerda que hemos nacido. Por mi parte, guardaré en mi recuerdo esta tarde, frente a frente, que te bebiste una cerveza y yo una clara de limón y borracha me dijiste: "hace ya seis años que salí del convento y  en todo ese tiempo no he conocido un hombre decente", y no me olvidaré que yo te respondí:" bueno, yo hace 30 años que no entré al convento y en todo ese tiempo, tampoco he conocido un hombre decente"...

No hay comentarios:

Publicar un comentario