17 de julio de 2011

Dos palabras










De  todas las definiciones del vocablo Cortesana, siempre me he sentido atraída irresistiblemente por la que generalmente aparece como escondida en tercer lugar, aproximadamente.Y como acontece en algunos casos se puede aclarar su significado en dos escuetas y descriptivas palabras.Esto es exactamente lo que pasa con la palabra cortesana, y antes de pronunciar las tan encantadoras palabras que la definen, agrego que generalmente las cosas buenas se autodefinen buenamente.
El refinamiento es algo esencial. Lo se, porque en varias oportunidades  he decidido comer guisantes con el tenedor directamente de la lata, sin tan siquiera arrancar completamente la tapa.En efecto, esto parece ser la antítesis del refinamiento, y automáticamente podría uno imaginarse entonces, a una Violeta engalanada con terciopelos verdosos sentada en una mesa con candelabros comiendo de manera recatada, una moderada porción de guisantes servidos en un plato de porcelana con cubertería de plata. Y es una pena, pero esto no tiene nada que ver con el refinamiento. No. Refinado sería, por ejemplo, que Violeta, estuviera en bragas negras y como único adorno, llevara una fina pulsera en el tobillo izquierdo, descalza,  en su cocina, con la lata de guisantes en la mano, en lugar de tenedor, una pequeña cuchara, y como el hacerlo de pie, le quitaría evidentemente a la escena la pausa que necesita todo lo refinado, debería sentarse de manera lo más provocativa  posible, en una pequeña escalera. Por ejemplo.


Lo cortés no quita lo valiente. Esto vendría a ser lo mismo, ¿no?


Debo escuchar muy a menudo, mucho más a menudo de lo que me gustaría, "esa mujer es una zorra". Estas tan bonitas palabras, dichas como se dicen generalmente, en un contexto tan insensible,  me producen una cierta desazón.Igualmente, por todo esto del refinamiento, simplemente asiento levemente, pero con cierta gravedad .Y lo hago con un único fin, que el interlocutor se confíe y me cuente la historia lo más fielmente posible a su realidad. Si  uno tuviera mucho cuidado con la asepsia de lo que el otro nos relata, en vez de lanzarnos de manera rutilante  a juzgar a tontas y a locas sobre cosas tan básicas e interesantes, podríamos sorprendernos al descubrir, que realmente hay mucho de refinado, en los sentimientos encontrados que puede inspirarnos una zorra.


Qué cosa tan colosal. Así como la palabra cortesana, se define felizmente con dos palabras, la palabra zorra,también en su segunda o tercera acepción,  se define solo con una, y es esta definición tan certera como la flecha de cupido.


No voy a gastar papel y tinta en narrar una larga lista  de historias sobre zorras,  todos las hemos oído cientos de veces, de otros y  de nosotros mismos.


Lo que si haré es transcribir una breve anécdota de primera fuente. De primera fuente porque la han leído mis propios ojos en un cristal empañado. Decía así, e intercalaba algo que parecía ser una prosa y algo que debería haber sido escrito en verso:


"Todas las mujeres son zorras, el problema es que no todas lo saben, o si lo saben, hacen como que no y  se aferran a creer que el no serlo es una virtud.


Sabed  todos,
que buscando  lo mismo estamos,
de mentiras y de  engaños,
por temor al desengaño,
no encontrando más que penas,
donde al menos, desde antaño,
simple gozo entre las piernas,
cualquier mortal sin buscarlo,
puede sin esfuerzo  hallarlo,
que de hidalgos, y de zorras,
 está siempre escrito el canto.


(Luego estornudé y se borró lo que seguía.Pero al menos quedó más abajo otra parte del texto que me resultó muy propia para descifrar la historia)


La cuarta noche,  Milady, decidió que no valía la pena seguir comportándose como una zorra educada, y que ya le valía abrirse de piernas a Sir, en vez de cerrarle la puerta en las narices cada noche, es decir, comportarse como una zorra a secas, que era mucho más propio, oportuno y gozoso para ambos, teniendo en cuenta la distancia que ella  había recorrido, en kilómetros, y en general.
Fue menester que Milady reafirmara su condición de zorra, un poco porque se había estado portando demasiado bien, y otro poco por las dudas, porque con los caballeros nunca se sabe. Precavidamente  se bebió toda la taberna. Las tabernas. Y finalmente fumó unos hierbajos mágicos. A decir verdad, se pasó un poco  en las cantidades, y el pobre Sir no tenía muy claro si no se estaba comportando como un cabrón. A Dios gracias que de la misma manera que todas las mujeres son zorras, todos los hombres son cabrones. Y así por más remordimientos de conciencia que pudiera haberlo aquejado en esos intrínsecos momentos, le siguió comiendo la boca. Oh, que gentil caballero que le ofreció agua, y pudo entonces darse cuenta que no había motivo de angustias cuando díjole ella al oído,uno solo porque el pobre estaba sordo de un oído por una batalla reciente: "Amo la síncopa".
¡Qué profundidad!. Hay que decir que ella era una Milady experimentada, y él, era un Sir experimentado también, en cuanto vió que la cosa estaba decayendo, con un: "Beethoven es el hijo de Mozart",  llevola arrastrando al lecho para que no se le durmiera en el sofá de palacio.
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(Pasó lo que penosamente me temía que pasara, se apagó la luz a la vez que tocaban la puerta del baño del tren de manera desesperada, encontré el interruptor y logré encender la luz y alcancé a leer:)


Pierde la cuenta hasta septiembre querido, regreso en agosto, tus frases lascivas al oído, y como acaricias mis pezones mientras las dices, tienen un gran poder de convencimiento en mi alma y me hacen volverme nómada una vez más.Eso y no se qué, que me decías del coño.
Milady, 16 de julio de 1670."






Ya en mi asiento, reflexioné que algunas cosas, no cambian, ni cambiarán jamás, aunque pasen   más de trecientos años. Como la definición de Cortesana, que se define brillantemente en  dos palabras, prostituta refinada. O la palabra zorra, que se define solo en una. Dos palabras realmente muy bonitas, si se las supiera rodear siempre, del entorno adecuado.






Trayecto del Ave,  Sevilla-Madrid, 16 de julio de 2011.




6 comentarios:

  1. exquisito texto my ladymeusta q seas franca y directa pura sensación bravo
    tb vi el videito me encantó la music.

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  2. He de decirle, Milady, que tiene una pluma prodigiosa: Bien sabe Vuesamerced que, es el humor una cualidad que valoro sobremanera en la persona. Si ésta es, otrosí, del género opuesto, gana no solo puntos: ¡¡batallas!!

    Esta historia me ha conmovido al unísono que divertido. A tal punto que, a estas horas de la noche, alguna carcajada puede haber despertado a mis difuntos vecinos.

    Solo me planteo que, si el mencionado Sir le pudo sonsacar una sonrisa, quizá mereció la pena la mezcolanza de raposas y cápridos.

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  3. ¿Qué si mereció la pena?
    ¿La mezcla de raposa y cáprido?
    Sonsacole éste cien sonrisas, más que una.

    Con ternura, con caricia,
    con astucia, con encanto,
    sin prisa, pero sin pausa,
    dicen,
    los que nuestra historia hilaron,
    quedando su corazón, el de ella, en Sevilla olvidado.

    Siempre suya,

    Milady

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  4. La pluma tanto tiempo adormecida
    despiértase del sueño por la Eva.
    Susurra con placer. Se viste nueva,
    y sale ya por fin de su guarida.

    No temas que Sevilla nunca olvida
    a quién su corazón en ella lleva,
    pues tal ciudad, tan bella y tan longeva,
    protege estos asuntos con su vida.

    Así que despreocúpate. Si acaso
    te hiciera falta allí, tú se lo pides.
    No creo que la pille por sorpresa.

    Y si se produjera algún retraso,
    de que se guarda aquí nunca te olvides.
    Ni olvides, por su puesto, tu promesa.

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  5. S iempre por ti,
    I ré a Sevilla,
    R auda y veloz.

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  6. Cuando acrósticos pones en el verso
    una duda me asalta de repente:
    Igual quieres retarme, ciertamente,
    dejando atrás lo vano y lo perverso

    (astucia sumergida en tu universo)
    
dudando de tu alma y de tu mente;

    o puede que prefieras, claramente
    vagar en mi interior, siempre disperso.

    Incrédulo de mí, caigo en tu trampa
    omitiendo la duda con descaro:
    
Latiendo el corazón que tú sostienes,

    

encaro el reto, pues. Fijo la estampa.

    Termino aquí el soneto sin reparo.
    
¿Acrósticos querías? Aquí tienes.

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