20 de julio de 2011

Caleidoscopio






-Jajajajajajajaja,¿Pero no le dijiste que era una verdadera gilipollez lo que te decía?.


Me detuve un segundo a meditar sobre ésto. Elena se había reído, pero en verdad, la pregunta tenía otra orientación, porque la conozco muy bien y es incapaz de reírse de nadie. 


-No, no le dije nada sobre eso. Le dije otra cosa. ¿No te has fijado que casi no  opino nada  sobre  lo que me cuentan?


Estuvimos disertando un poco al respecto, y finalmente a modo de justificación dije algo así:


-Si cada vez que alguien me contara algo, diera mi opinión, me horrorizara, me enfadara, me indignara por lo que me están contando, imagina las cosas que tendría que escuchar de mis amigos cada vez que se me ocurre contarles algo de mi vida...Nos reímos a carcajadas. Y eso que era muy tarde ya.


La atmósfera era agradable, a media luz, ella se bebió un te de frutos rojos y yo un café, la velada estaba llegando a su fin, hay algo mágico en el ocaso de un encuentro , sobre todo por la noche.  




Cuando nos despedimos y me volví a quedar sola, regresé sobre aquello del escuchar sin pensar nada, intentando fijar la mirada en un punto lejano y nada más, casi como estando ausente. "Se por qué", sentí de pronto estallar en mi cabeza, "porque así, es como si levitara, estoy pero no, una especie de desprendimiento, para luego volver, regresar sobre eso de una manera más lejana, y sentir  aún más". Y mientras pensaba esto, fijé la mirada en la blanca pared, y pensé en mis amigas, me di cuenta que cuando las recuerdo no veo sus caras, no las veo, veo como cúmulos de luz, de pronto se corporizan, por teléfono, en persona, para contarnos cosas, o tomarnos un te como esta noche, y eso dura poco tiempo, luego vuelven a lo otro. Y pensé en mis amigos, algo muy parecido, es curioso porque mis amigas todas tienen el mismo color, o mejor dicho, la ausencia de él. 
Miren, cierren los ojos por unos instantes, escuchen la música,  solo escuchen, no piensen  nada en particular, no busquen nada.También hay ausencia de locura en esto.


Como si fuéramos un caleidoscopio sensitivo. Y aunque viviéramos una y otra vez la misma escena, no sería exactamente igual, no podría ser. Por momentos deseo aferrarme a alguna de esas pequeñas partículas de cristal que forman el todo, aquella que resplandece de manera especial, querría quitarla del tubo prismático y guardarla estática, en mi corazón o en mi memoria, no lo se muy bien. Pero mejor, me abandono a que el prisma vaya girando suavemente y dejo que cambie suavemente también y me muestre esas bellas imágenes para que las pueda ir observando. 
Las personas, aunque vivan en entornos terribles son caleidoscópicas.  Lo se, porque he vivido en el horror del maltrato físico, aunque por poco tiempo, y era también caleidoscópica. 
Los sueños también son caleidoscópicos,¿ no lo creen? Me parece que si. Por eso el jueves pasado, cuando aun no había reflexionado sobre todo esto, en ese momento antes de despertarme de la siesta, soñé que me besabas la mejilla, no me besabas exactamente, era otra cosa, una especie de caricia, pero no de un cuerpo, no se que eras, pero sabía que eras tu.


Me gustaría que de  la misma manera anónima  y caleidoscópica  que  escribo, los que leen, me envíen lo que escriben.  Casi con certeza me atrevo a afirmar, será anónimo y caleidoscópico, pongan el mensaje en una botella y enviénmelo por mail. Porque no se si me había presentado antes, pero si lo hice, no fue exactamente así. Mi nombre es Violeta Magenta, caleidoscópica, y coleccionista de sensaciones, encantada.   



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