Leí hace un tiempo algo sobre el orgasmo.
Algo así como que el orgasmo era una pequeña muerte.También leí otra cosa
sobre la inmortalidad de las obras de arte. No recuerdo muy bien, pero dicho
con mis palabras , era algo como que el artista moría pero su obra trascendía y
por ende, trascendía la obra de esa persona más allá de su muerte. Supongo que
por eso se suele decir que el arte es inmortal o trascendente.
A mi me interesa mucho más lo del orgasmo. Lo reconozco, se
debe en parte a que suelo escribir chorradas y tocar obras que si han
perdurado, lo seguirán haciendo a pesar de mis buenas intenciones.
Las buenas intenciones son muy peligrosas. Las ideas
también. Creo que las ideas son más comprometidas que los ideales. Los ideales
son una especie de compendio de ideas, que para ser reunidas han tenido que
pasar por diversos filtros, las ideas son fogonazos individuales que si llegan
a ser singulares y gozar del cierto privilegio de la novedad y la buena acogida
de otros individuos, estos comienzan a sentirlas propias y puede llegar a
convertirse en hechos. Los hechos. Los hechos narrados, escritos, también
trascienden. Pero en algún momento tuvieron que morir, es decir, murieron en el
mismo instante siguiente al que ocurrieron.
Te estoy escribiendo esto porque hace un año que te estoy
queriendo. Quería que supieras exactamente lo que estoy pensando en este
momento. Por esta necesidad de la que hablaba en el primer párrafo, la de
trascender más allá de las pequeñas muertes de los hechos del instante.
No se muy bien si mi vida es vertiginosa y busco la
quietud, o por el contrario, mi vida es quieta y la vivo de manera
vertiginosa, o alguna otra cosa que no se me ocurre o no percibo.
¿Te has encontrado alguna vez en un sitio lleno de ruido
intentando hablar con otra persona y no poder oírla tan siquiera? Yo
escapo de eso. Busco poder oír lo que me dicen, leer lo que me dicen.
Poder oír lo que me digo yo, poder leerme.
Vamos a suponer que por alguna causa, dos personas, ajenas
a mi persona tienen una vivencia conjunta de la cual se deriva un
hecho determinado. Y vamos a suponer que una de esas personas me cuenta la
historia desde su perspectiva y percepción. En el momento en el que yo
abro los oídos, y escucho la historia, comienza a forjarse lo que será una
tercera perspectiva y percepción de la historia en cuestión, ninguna de las
tres percepciones tiene por qué ser verdadera, o mejor dicho, no es la verdad.
Tampoco busco la verdad, quiero decir, si buscara la verdad,
realmente sería una ingenua. No, yo me busco a mi misma, a mi
propia percepción. La percepción consciente de hechos vitales. Por
otro lado, vivo. Siento que necesito llegar a altos grados de
percepciones conscientes para luego lograr desprenderme de ellas cuando
yo lo quiera. Por ejemplo, cuando estoy contigo. Cuando solo somos tu y yo.
Cuando no hay historia aparente o narrable. Cuando tengo un orgasmo
contigo.
Supongo que comprenderás que lo que te estoy relatando
ahora mismo es algo muy claro. O por ahí no, por ahí lo concibes retorcido.
Pero detente un instante, entorna los párpados y deja que tu mente evoque ese
momento en el que sonrío, mientras una rendija de brillante luz se filtra por
entre tus párpados, como aquella primera vez que mis palabras, que no hacían
otra cosa que intentar describirme, te encandilaron.
Yo soy más o menos como todo el mundo, con mis
peculiaridades. Y por momentos, creo que soy feliz.
Más allá de las infelicidades, de las pequeñas muertes, de
la distancia, de las diferencias, de que tu hayas necesitado encandilarte para
verme y que yo haya necesitado cerrar completamente mis párpados para
percibirte y luego abrirlos con otro panorama completamente diferente, desearía
seguir compartiendo tantos buenos momentos contigo.