Recuerdo la cálida noche en que me quité mis velos uno a uno. Y
si cierro los ojos, puedo ver aun hoy, cómo me derrumbé. Y oigo
tus palabras, procaces y tiernas. Y también me oigo a mi.
Mi gracia, tu risa. Me siento entre tus brazos por un momento
querida, o probablemente haya sido solo calor. Vuelven a
sorprenderme mis propias palabras, pidiéndote lo contrario de lo
que quiero hoy.
El pasado, que me va robando el presente, día a día. Tu
quieres echarme de menos, yo no necesito eso. Yo busco la
rutina, quiero que no me pase nada extraordinario, quiero no
tener nada nuevo que contar, y que llegue la noche para
acariciarte la barba en el sofá.
Y así, leído rápidamente, podría pensarse, pero si esta mujer lo
que pide es tan sencillo, no pide nada imposible, ¿cómo no lo
obtiene?
Pues es muy simple, la respuesta, si que la es, como me dijo un
caballero una vez:"Enamorarse de ti es lo más fácil del mundo,
lo que pasa es que hay mucho torpe." Luego supe, que en parte
se estaba refiriendo a sí mismo, por eso, ahora se, que en el siglo
XXI, los caballeros, se comportan todos como si fueran señoritas
de épocas remotas,pero que en vez de guardar el himen,
guardan alguna otra cosa, vaya uno a saber qué es, dudo mucho
que sea ésto, tan difícil de componer como aquel...
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