No soy constante, y eso no me permite el aburrimiento.
No soy fiel, y eso es lo que no deja que ame a un solo hombre demasiado.
No soy reflexiva y eso me lleva a no vivir situaciones que no estén al límite.
No soy guapa y eso hace que no necesite mirarme al espejo.
No soy tolerante y entonces no torturo a nadie con mis imposiciones demasiado tiempo.
No soy talentosa por lo tanto no puedo dejar de estudiar.
No soy graciosa y no intento serlo.
No soy piadosa y no creo que nadie deba sentir lástima por mi.
Por eso, cuando el otro día me dijiste que me querías, te pregunté cual de todas las virtudes que no tenía era la que menos te gustaba de mí.
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